En calidad de presidente del Grupo de los Veinte (G20), que reúne a las principales economías desarrolladas y emergentes del mundo, Sudáfrica declaró que la meta de eliminar la desigualdad será el centro de la agenda de la próxima Cumbre de este mecanismo.
Es innegable que la humanidad ha logrado avances significativos en la reducción de las disparidades de desarrollo y en la consecución de la justicia social. Según un estudio recién publicado por la Organización Internacional del Trabajo, en apenas tres décadas la tasa de pobreza extrema en el mundo cayó del 39 al 10 por ciento. En el mismo lapso, millones de niños dejaron de verse obligados a ganarse la vida en condiciones precarias y la tasa de matriculación en la educación primaria aumentó 10 por ciento. Estas cifras impresionantes dibujan un panorama más positivo del entorno socioeconómico mundial.
Sin embargo, aún existen personas y países en riesgo de quedar rezagados debido a la desigualdad persistente. El Comité Extraordinario de Expertos Independientes sobre la Desigualdad Global, establecido durante la presidencia sudafricana del G20, recalcó que ha llegado la hora de que el mundo reconozca la desigualdad como una verdadera emergencia. Señaló la paradoja de que, mientras una cuarta parte de la población mundial sufre inseguridad alimentaria moderada o grave, la riqueza de los multimillonarios alcanza niveles récord. El 10 por ciento más rico de la población mundial posee el 74 por ciento de la riqueza global. Además, la brecha entre los países del Norte y del Sur global sigue siendo enorme.
La desigualdad amenaza la democracia, obstaculiza el crecimiento económico, agrava la crisis climática. Además, genera numerosas injusticias sociales, entre ellas la desigualdad de género y las violaciones de los derechos humanos. En numerosos países africanos considerados focos críticos del hambre, más del 20 por ciento de la población lucha por acceder a los alimentos más básicos. Entretanto, casi el 30 por ciento de los alimentos producidos en el mundo se pierden o desperdician, sobre todo en los países ricos. El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, afirmó que estas cifras revelan que el sistema alimentario mundial está profundamente desequilibrado y son miles de millones de personas las que pagan las consecuencias. Por consiguiente, el objetivo de erradicar la pobreza para 2030 está en peligro.
La espiral de desigualdad es hoy más visible que nunca en un mundo que enfrenta desafíos como pandemias, crisis económicas y el cambio climático. Según las Naciones Unidas, los hogares pobres son particularmente vulnerables a los fenómenos meteorológicos extremos porque suelen depender de sectores altamente expuestos como la agricultura y el empleo informal. A causa de la mayor frecuencia e intensidad de los desastres naturales, las pérdidas se agravan y muchas personas se ven privadas de la oportunidad de escapar de la pobreza intergeneracional.
Abordar la crisis de la deuda en los países en desarrollo es un paso necesario para reducir los niveles actuales de desigualdad. Guterres afirmó que demasiados países están agobiados por enormes cargas de deuda. Más del 40 por ciento de la población mundial vive en naciones donde el servicio de la deuda supera el gasto en salud o educación. En África, los gobiernos destinan un promedio del 17 por ciento de sus ingresos presupuestarios únicamente al servicio de la deuda. Reducir esta cifra a menos del 10 por ciento permitiría que decenas de millones de personas accedieran a agua potable y saneamiento, y evitaría alrededor de 23 mil muertes infantiles al año.
La creciente desigualdad está ensanchando la brecha entre los ricos y el resto de la población, lo que amenaza el crecimiento mundial. En ese contexto, la Cumbre del G20, prevista para noviembre de 2025 en Sudáfrica, marcará un hito histórico al incluir por primera vez el tema de la desigualdad global en su agenda. Se trata de una oportunidad de oro para que los países debatan y propongan soluciones prácticas que garanticen que ninguna persona ni nación quede al margen del proceso de desarrollo global.