“La educación ofrece a los niños y niñas una verdadera oportunidad para escapar de la pobreza y construirse un futuro mejor”, subrayó Catherine Russell, directora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
Esa convicción constituye uno de los principales motivos por los cuales la ONU estableció el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 4, orientado a garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos de aquí a 2030. Sin embargo, a solo cinco años de alcanzar esta noble meta, el mundo corre el riesgo de no cumplir con el plazo establecido. Millones de niños se quedan sin la oportunidad de ir a la escuela y, con ella, sin la llave que abre las puertas del futuro.
En un análisis recién publicado, Unicef alertó de que, debido a la reducción de los recursos destinados a la educación a escala mundial, alrededor de seis millones más de niños podrían quedar desescolarizados antes de finales de 2026, lo que elevaría a 278 millones el número total de menores sin acceso a la escuela, 6 millones más que en la actualidad. Esta cifra es alarmante, ya que equivale al número total de escuelas primarias en Alemania e Italia. Cerca de un tercio de estos niños se encuentra en países sumidos en crisis humanitarias, atrapados entre múltiples amenazas como conflictos armados, desplazamientos, desastres naturales y hambruna en lugares como Haití, Somalia, Malí o los territorios palestinos.
Según Unicef, la ayuda oficial para el desarrollo (AOD) destinada al sector educativo en 2026 podría reducirse en un 24 por ciento respecto a 2023, lo que significa un recorte de 3,2 mil millones de dólares. África, con su alta vulnerabilidad, será la región más afectada, con 1,9 millones de niños en riesgo de quedar desescolarizados en África Occidental y Central, y 1,4 millones en Medio Oriente y África del Norte.
África, con una gran fuerza de población, posee un enorme potencial de desarrollo. Según los estudios, para 2030, alrededor de la mitad de las nuevas incorporaciones a la población activa mundial procederán de África. De hecho, se prevé que, para el año 2100, uno de cada dos niños que nazcan en el planeta lo hará en el África subsahariana. Sin embargo, a los expertos les preocupa que la proliferación de conflictos y crisis humanitarias haga que África no disponga de suficientes recursos para invertir en educación. De no adoptarse medidas oportunas, la situación podría dar lugar a una generación perdida en la región.
Una generación joven sin la preparación adecuada en conocimientos y habilidades no podrá responder a las exigencias del mercado laboral, lo que se traducirá en menor productividad, mayores tasas de desempleo y una mayor carga para los sistemas de protección social y para la economía. Además, para los niños, especialmente en los países menos desarrollados, la educación es un salvavidas que les brinda la oportunidad de salir de la pobreza y construir un futuro mejor.
La ola de recortes en la financiación de la educación internacional se está extendiendo. Aunque pueda parecer una decisión fiscal a corto plazo, las consecuencias a largo plazo serán graves, ya que retrasará a toda una generación. En lugar de ser víctima de los recortes presupuestarios, la educación debe ser el motor que impulse al mundo hacia los objetivos de desarrollo sostenible.