No es la primera vez que el Mediterráneo ocupa un lugar prioritario en la política exterior de la Unión Europea. En 1995 se puso en marcha el “Proceso de Barcelona”, que sentó las bases de la conexión entre la UE y los países ribereños. En 2008 se creó la Unión por el Mediterráneo, con la expectativa de instaurar una nueva dinámica de cooperación mediante una serie de proyectos en los ámbitos económico, de infraestructuras, energía y educación.
Sin embargo, a medida que ambas partes encararon desafíos propios, aquella voluntad perdió impulso y no avanzó como estaba previsto. Los flujos de migración irregular, las persistentes desigualdades económicas, la inestable seguridad y la degradación ambiental agrietaron el puente de cooperación entre la UE y sus vecinos del sur.
Para encontrar remedio a esos males fue diseñado el “Pacto por el Mediterráneo: Un mar, un pacto, un futuro”, cuya presentación coincidió con el 30º aniversario del lanzamiento del “Proceso de Barcelona”.
La Comisión Europea calificó este momento como histórico por ser el inicio de una etapa de cooperación más afortunada entre la UE y los países del sur del Mediterráneo. El documento establece un marco amplio de colaboración con una de las regiones de mayor importancia estratégica para el continente europeo.
El pacto se articula de manera integral en torno a tres pilares: personas, economía y seguridad. La UE destinará más de mil millones de euros para activar un centenar de iniciativas en desarrollo económico, educación, adaptación al cambio climático y garantías de seguridad regional, en beneficio directo de la economía y la población a ambas orillas del Mediterráneo. Esta inversión evidencia el compromiso del bloque europeo con la construcción de un espacio mediterráneo común más estable, seguro y próspero.
La alta representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidenta de la Comisión Europea, Kaja Kallas, enfatizó que la UE busca garantizar la paz, la prosperidad y las oportunidades de desarrollo. Tales objetivos solo podrán alcanzarse mediante una asociación más sólida.
No resulta difícil entender por qué la UE da especial protagonismo a sus relaciones con los países vecinos del sur. Como punto de convergencia estratégica entre Europa, Oriente Medio y África, el Mediterráneo es de singular importancia, ya que en él confluyen rutas comerciales que conectan grandes economías y, al mismo tiempo, existen bases militares de varias potencias.
Un aspecto destacado del pacto es el compromiso de realizar esfuerzos conjuntos en pro de la prevención de conflictos, la lucha contra el crimen organizado, la garantía de la seguridad marítima y el fortalecimiento de la capacidad de respuesta ante amenazas transfronterizas. Aunque el Mediterráneo ha sido cuna de numerosas civilizaciones, hoy enfrenta un gran cúmulo de desafíos. Con el Pacto, la UE pretende construir una región próspera y segura, una suerte de escudo de su seguridad.
Por demás, la UE requiere el apoyo de sus socios para frenar los flujos de migración irregular que atraviesan el Mediterráneo desde Oriente Medio y África hacia el continente europeo. A su vez, los países del sur del Mediterráneo necesitan realzar su voz en la búsqueda de soluciones pacíficas que pongan fin a los conflictos y generen una estabilidad duradera en la región.
El nacimiento del “Pacto por el Mediterráneo: Un mar, un pacto, un futuro” no solo amplía la influencia de la Unión Europea, sino también sienta las bases para construir un espacio mediterráneo más estable y próspero.