Estados Unidos: Sin consenso entre los dos partidos

A pesar de sus grandes esfuerzos, los partidos Republicano y Demócrata no han logrado encontrar un terreno común en la cuestión presupuestaria, por lo que el Gobierno estadounidense sigue "cerrado".

Foto: Xinhua/VNA
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Los profundos desacuerdos han obligado a las dos facciones del Congreso a hacer más concesiones para alcanzar un compromiso que permita al Gobierno "reanudar sus actividades", en medio de una creciente presión por parte de los votantes nacionales.

El pasado 9 de octubre, el Senado de Estados Unidos volvió a rechazar un proyecto de ley presentado por el Partido Republicano que habría mantenido al gobierno en funcionamiento hasta el 21 de noviembre. La propuesta recibió solo 54 votos a favor y 45 en contra, menos de los 60 votos necesarios para su aprobación. Esto marca el séptimo fracaso de una iniciativa republicana en el Senado.

Al igual que en votaciones anteriores, tres senadores demócratas se alinearon con los republicanos y un republicano votó en contra del proyecto de ley de su propio partido. La propuesta de gasto respaldada por los demócratas tampoco logró alcanzar el umbral requerido en el Senado.

El Gobierno de Estados Unidos entró en parálisis el pasado 1 de octubre, luego de que las dos facciones del Congreso no lograran llegar a un acuerdo sobre la aprobación de un nuevo paquete presupuestario.

En los últimos 50 años ha habido más de 20 cierres del Gobierno. El más largo duró 35 días, de diciembre de 2018 a enero de 2019, durante el primer mandato del presidente Donald Trump. El impasse se produjo debido a desacuerdos sobre el presupuesto para la construcción del muro fronterizo entre Estados Unidos y México.

En concreto, los demócratas piden a los republicanos que sigan extendiendo los subsidios de la Ley de Cuidado de Salud Asequible, el sistema de seguro médico promulgado durante la presidencia de Barack Obama. Los legisladores demócratas también han impulsado la reversión de los recortes a un programa de atención médica destinado a personas de bajos ingresos. El Partido Republicano ha rechazado estas solicitudes argumentando que la asignación presupuestaria es inadecuada y que incluye a inmigrantes indocumentados.

Desde que las leyes de presupuesto expiraron la mañana del 1 de octubre, cientos de miles de empleados federales han sido suspendidos de empleo, mientras muchos otros están trabajando sin cobrar.

Numerosas agencias federales han cerrado prácticamente por completo, aunque las funciones de seguridad nacional y de aplicación de la ley continúan.

Los partidos Demócrata y Republicano se mantienen firmes en sus posturas, lo que ha provocado que las propuestas de gasto fracasen repetidamente en las votaciones. Ambos partidos también se han culpado mutuamente por el cierre del Gobierno.

“Aprobar el presupuesto” es una forma en que los demócratas pueden negociar contra los esfuerzos del presidente Trump por consolidar su poder político. Sin embargo, el mandatario parece “acoger con beneplácito” el cierre gubernamental como una oportunidad para continuar reduciendo el tamaño del aparato estatal. Incluso ha anunciado que su administración planea utilizar la situación del cierre para eliminar de manera permanente algunos programas que apoyan los demócratas.

El cierre del Gobierno sigue teniendo consecuencias cada vez más graves para la sociedad estadounidense. La Casa Blanca ha anunciado despidos “significativos” de empleados federales, alegando que son necesarios para garantizar los recursos financieros destinados a los servicios esenciales. El Partido Demócrata expresó inmediatamente su oposición. Los principales sindicatos también reaccionaron por considerar la medida como un “abuso de poder” y advirtieron que podrían emprender acciones legales.

Aún no está claro cuánto tiempo se prolongará el cierre del Gobierno en Estados Unidos. Para ponerle fin, serán indispensables concesiones por parte de legisladores de ambos partidos. Con una ajustada mayoría en el Senado, el Partido Republicano necesita el apoyo de senadores demócratas para aprobar los proyectos de ley presupuestarios. Los demócratas, aunque decididos a lograr sus objetivos en materia de política sanitaria, también se encuentran bajo una fuerte presión de los votantes para poner fin al actual estancamiento.

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