En su intervención en el Foro de Desarrollo de China, celebrado el pasado fin de semana en Pekín, la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, advirtió sobre el aumento de los factores de riesgo relacionados con la estabilidad financiera mundial. Según Georgieva, en un momento de mayores niveles de deuda, la rápida transición de un período prolongado de bajas tasas de interés a mucho más altas, inevitablemente genera tensiones y vulnerabilidades.
También pronosticó que en 2023 el panorama económico mundial seguirá siendo sombrío con una ralentización del crecimiento mundial por debajo del tres por ciento, ya que las secuelas de la pandemia de Covid-19, el conflicto en Ucrania y la restricción monetaria pesan sobre la actividad económica.
Tal evaluación de la jefa del FMI se produce cuando el sistema financiero mundial se ha visto sacudido por los colapsos de los bancos Silicon Valley (Estados Unidos) y Credit Suisse (Suiza). Pero además de la inestabilidad bancaria, también la crisis financiera y la carga de la deuda pública han creado puntos calientes preocupantes en la economía global.
El FMI advirtió que Líbano estaba "en una situación muy peligrosa", un año después de hacer promesas de reforma que no cumplió. La organización financiera internacional pidió al Gobierno de ese país del Medio Oriente dejar de pedir dinero prestado al banco central y acelerar el cumplimiento de los requisitos para recibir un paquete de rescate de tres mil millones de dólares.
Otro país que enfrenta serias dificultades financieras es Ucrania. El FMI y Ucrania alcanzaron recientemente un acuerdo de cuatro años a nivel de personal técnico para acceder a un fondo de 15,6 mil millones de dólares.
Mientras tanto, la deuda pública y la crisis económica siguen siendo la "enfermedad crónica" de Sri Lanka, envuelta en su peor crisis financiera desde su independencia en 1948, con una grave escasez de divisas, hiperinflación y una economía en recesión.
Debido al incumplimiento de la deuda internacional, la nación insular de 22 millones de habitantes debe sufrir altos derechos aduaneros sobre las importaciones y exportaciones, junto con la escasez de alimentos, medicinas, combustible y otros recursos, así como cortes diarios de energía. La economía de Sri Lanka se contrajo 7,8 por ciento el año pasado.
El FMI aprobó la petición de rescate de 2,9 mil millones dólares de ese país surasiático, con alrededor de 333 millones de dólares desembolsables de inmediato. Sin embargo, la institución financiera internacional advirtió que esa nación debe continuar con su reforma fiscal, ampliar la red de seguridad social para los pobres, así como intensificar la lucha contra la corrupción, que son algunas de las causas de la crisis.
Otro "punto caliente" de la crisis financiera es Túnez. Italia ha pedido al FMI desbloquear un préstamo de 1,9 mil millones de dólares a ese país africano, porque teme que la falta de liquidez desestabilice a su vecino y provoque una nueva oleada de emigrantes hacia Europa.
Ante las dificultades de los mencionados países, el FMI, el Banco Mundial e India -país que ostenta la presidencia rotatoria del Grupo de los 20 países industrializados y emergentes (G20)- organizarán el 3 de abril la próxima mesa redonda para acelerar la reducción de la deuda de los países necesitados e impulsar su reestructuración.
En el mundo profundamente integrado de hoy, una crisis de un país, incluso de un banco, puede crear un "efecto dominó" y desencadenar crisis económicas regionales.