Se trata de una decisión muy difícil de atender, especialmente porque las necesidades humanitarias mundiales alcanzan un nivel récord. El déficit financiero es uno de los grandes desafíos que enfrenta la mayor organización multilateral.
Para millones de personas desfavorecidas en el planeta, la asistencia humanitaria constituye un salvavidas que les permite superar adversidades como desastres naturales, epidemias o conflictos. En 2025, gracias a los esfuerzos de las agencias de la ONU, unos 98 millones de personas recibieron apoyo, un logro digno de reconocimiento. Sin embargo, muchas personas siguen rezagadas debido a la escasez de recursos financieros.
La ONU ha sufrido recortes presupuestarios sin precedentes. Este año solo recibió 12 mil millones de dólares de los 45 mil millones necesarios para las operaciones de asistencia humanitaria, la mayor escasez de fondos de la última década. El costo fue una caída en la salud de millones de personas, e incluso su muerte.
En este contexto de recortes en el presupuesto destinado a alimentos y de colapso de los sistemas sanitarios en numerosos lugares, el hambre ha empeorado y se han propiciado epidemias. Millones de personas han perdido el acceso a servicios básicos de atención médica. Además, se han cancelado múltiples programas de protección de la mujer y la niña y cientos de organizaciones humanitarias se han visto obligadas a cesar su actividad.
Los drásticos recortes presupuestarios han sobrecargado a las agencias de la ONU y han limitado aún más sus recursos. Tom Fletcher, subsecretario general de la ONU para Asuntos Humanitarios y Coordinación de Ayuda de Emergencia, ha comparado la situación de la ONU con la de un camión de bomberos que intenta apagar un incendio y salvar a la gente, pero con el depósito de agua vacío.
A medida que el déficit financiero no encuentra solución, la carga humanitaria que pesa sobre la ONU no deja de crecer. Los conflictos sucesivos, los desastres naturales y las epidemias amenazan con arrebatar la vida de millones de civiles. Se estima que alrededor de 240 millones de personas necesitan asistencia urgente.
En ese escenario, han quedado paralizadas numerosas actividades de la ONU. El secretario general, António Guterres, subrayó que la frágil situación financiera obliga a la organización a operar por debajo del presupuesto aprobado, reducir gastos, congelar contrataciones y recortar programas globales.
A medida que el déficit financiero no encuentra solución, la carga humanitaria que pesa sobre la ONU no deja de crecer. Los conflictos sucesivos, los desastres naturales y las epidemias amenazan con arrebatar la vida de millones de civiles. Se estima que alrededor de 240 millones de personas necesitan asistencia urgente.
No es la primera vez que se lanza una alerta sobre la deteriorada “salud financiera” de la ONU. La insuficiencia presupuestaria se ha convertido en una dolencia crónica que amenaza la capacidad del organismo para cumplir misiones fundamentales como el mantenimiento de la paz, la asistencia humanitaria y el desarrollo sostenible. La organización ha solicitado a la comunidad internacional una contribución de 33 mil millones de dólares para 2026, una cifra muy inferior a la propuesta del año anterior.
La ONU reconoció que con esa suma solo podrá apoyar a 135 millones de personas con necesidades urgentes. Con recursos tan limitados, se verá forzada a priorizar rigurosamente la asignación de fondos y a concentrarse en las regiones y grupos con las necesidades más apremiantes. En consecuencia, decenas de millones de personas corren el riesgo de perder este año el acceso a la asistencia humanitaria.
Si ya aquellos 33 mil millones de dólares son pocos respecto a los destinados en años anteriores a asistencia humanitaria, lo irónico es que solo se trata de una cifra sobre papel, sin garantía de que pueda recaudarse en su totalidad. Fletcher señaló que esa suma apenas representa algo más del uno por ciento de los 27 billones de dólares que el mundo gastó en armas en 2024. Por lo tanto, el problema no radica en carencia de recursos, sino en falta de conciencia sobre lo vital que resulta la ayuda humanitaria internacional.
En tiempos marcados por cambios impredecibles, el resurgimiento del unilateralismo y la multiplicación de los retos globales, es más necesario que nunca antes reforzar el papel de la ONU . El pleno respaldo de los Estados miembros es la cura para la “enfermedad crónica” financiera de la mayor institución multilateral, la vía que le permitiría desempeñar sus funciones con mayor eficacia.