Señal optimista para sacar a Líbano de la crisis

Las autoridades libanesas lograron hace poco el consenso en la formación de un nuevo gobierno tras llevar 13 meses sin el órgano del Ejecutivo. El establecimiento de un flamante gabinete, cuyo líder es el designado primer ministro Najib Mikati, se considera una señal optimista para sacar a Líbano de la peor crisis de la historia.

El designado primer ministro de Líbano, Najib Mikati, pronuncia un discurso desde la capital del país, Beirut. (Fotografía: VNA)
El designado primer ministro de Líbano, Najib Mikati, pronuncia un discurso desde la capital del país, Beirut. (Fotografía: VNA)

Posteriormente a una reunión entre Najib Mikati y el presidente del país, Michel Aoun, la Oficina del jefe del Estado libanés anunció la fundación de un nuevo gobierno nacional, integrado por 24 ministros, entre ellos numerosos expertos veteranos en economía. El suceso aconteció en medio de que este país de Medio Oriente atravesaba una grave crisis socioeconómica, que amenazaba su seguridad y estabilidad.

El nombramiento de un nuevo gobierno, según evaluó el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, es un paso muy importante para Líbano. Al dar sus palabras después de que se emitiera el decreto al respecto, el primer ministro Najib Mikati se comprometió a esforzarse por reinstaurar la economía nacional que está cayendo en picado y garantizar la calidad de vida de la población.

Líbano permaneció gobernado por un gabinete en funciones luego de la doble explosión del 4 de agosto de 2020 en el puerto de Beirut, que dejó 218 muertos, más de siete mil 500 heridos, 300 mil desplazados y unos daños económicos de hasta 15 mil millones de dólares. Se desconocían las causas del siniestro, lo cual provocó en todo el país una oleada de protestas para hacer justicia y obligó al gabinete liderado por el entonces primer ministro, Hassan Diab, a renunciar el 10 de ese mismo mes. De inmediato, Saad Hariri fue designado como primer ministro, pero no llegó a establecerse un gobierno debido al desacuerdo sobre la composición del mismo. Más tarde, le tocó a Najib Mikati el puesto.

El estancamiento político en el país árabe agudizó la ya muy adversa situación socioeconómica allí. La inflación siempre ha estado a un alto nivel, del 84,3 por ciento, debido a una constante escalada de precios de mercancías. La escasez de combustibles, electricidad y agua potable ha dificultado cada vez más la vida de los libaneses. Se prevé para esa economía una contracción del 9,5 por ciento dentro del año presente, mientras la tasa de desempleo es de un 40 por ciento y la mitad de la población vive en la pobreza.

De acuerdo con el Banco Mundial, el Producto Interno Bruto (PIB) de Líbano sufrió una fuerte caída, de unos 55 mil millones de dólares en 2018 a 33 mil millones de dólares en 2020. La ONU estimó que el país necesitaría una apremiante asistencia de 400 millones de dólares para lidiar con sus problemas urgentes, relacionados con la seguridad alimentaria, la educación, la atención de la salud y el suministro de agua potable.

La primera tarea del Gobierno libanés se centra en recuperar la confianza de la población para que superen, juntos y unidos, la crisis socioeconómica cada vez más feroz en su territorio.