Aumenta la influencia de EE.UU. en África

La República Democrática del Congo y la República de Ruanda firmaron recientemente un acuerdo de paz en Washington, en presencia del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Este hecho vuelve a poner de manifiesto el importante papel mediador del mandatario en los asuntos internacionales y, al mismo tiempo, evidencia el regreso del país norteamericano al continente africano tras un prolongado período de desatención.

Vista de la ciudad de Bukavu, provincia de Kivu del Sur, República Democrática del Congo. (Foto: Xinhua/VNA)
Vista de la ciudad de Bukavu, provincia de Kivu del Sur, República Democrática del Congo. (Foto: Xinhua/VNA)

A través del Acuerdo de Washington sobre la Paz y la Prosperidad, esos dos países de África Central, tradicionalmente enfrentados, se comprometieron a poner fin al conflicto, impulsar la cooperación económica y construir una paz duradera.

El pacto reafirma el compromiso de las partes con la implementación del Acuerdo de Paz firmado en Washington en el pasado mes de junio.

Antes, las dos naciones habían suscrito el Marco de Integración Económica Regional, una iniciativa bilateral destinada a aprovechar el enorme potencial económico de la región de los Grandes Lagos africanos y a allanar el camino a proyectos de inversión minera de compañías estadounidenses. Sin embargo, cuando todavía la tinta del Acuerdo de Washington no se había secado, el conflicto volvió a estallar en el este de la República Democrática del Congo, proyectando una sombra sobre las perspectivas de paz y estabilidad duraderas en África Central.

Aprovechando la coyuntura, Estados Unidos firmó de inmediato acuerdos de cooperación con la República Democrática del Congo y la República de Ruanda a fin de fomentar la colaboración económica y de seguridad con esos países africanos. Tras la firma, el Departamento de Estado declaró que Washington mantiene un firme respaldo a los esfuerzos para poner fin al conflicto, restablecer la seguridad y promover el desarrollo económico. También subrayó que las potencialidades económicas de la región de los Grandes Lagos solo puede aprovecharse mediante el cumplimiento íntegro de los compromisos en materia de paz y seguridad.

En julio, Estados Unidos y otros cinco países africanos celebraron en Washington una cumbre de formato reducido que la Casa Blanca describió como una “gran oportunidad comercial”. La reunión captó la atención de los observadores internacionales, ya que entre los invitados del presidente Trump figuraban los dirigentes de Gabón, Guinea-Bisáu, Liberia, Mauritania y Senegal. Aunque no se trata de grandes economías, estos países poseen abundantes reservas minerales. Con las anteriores administraciones estadounidenses, los dirigentes africanos acudían a la Casa Blanca para debatir sobre ayuda financiera y humanitaria, no para ampliar la cooperación en materia de seguridad y economía.

Además de Estados Unidos, las Naciones Unidas (ONU) han reconocido la necesidad de reforzar el papel de África, hasta ahora bastante limitado en comparación con otros continentes.

El secretario general de la ONU, António Guterres, afirmó que África debe situarse en el centro de los esfuerzos para hacer frente a los crecientes desafíos mundiales. Guterres expresó su rechazo a que África siga siendo marginada de los mecanismos de toma de decisiones y del sistema financiero internacional.

De acuerdo con él, una eventual reforma de la ONU debiera considerar la presencia del continente africano como miembro permanente del Consejo de Seguridad. Llamó, asimismo, a reestructurar el sistema financiero mundial para hacerlo más inclusivo, representativo y equitativo, a fin de eliminar los obstáculos que frenan el desarrollo de África.

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