En su discurso ante la Asamblea Federal el 21 de febrero, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, anunció la suspensión temporal de la participacion de su país del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (Nuevo START) firmado con EE. UU. en 2010.
El Nuevo START tiene como meta limitar los arsenales de los dos países a un máximo de mil 550 ojivas, una disminución de casi 30 por ciento en comparación con el tope establecido en 2002. En enero de 2021, Putin lo prorrogó por cinco años, hasta 2026.
En virtud del pacto, Moscú y Washington tenían derecho a realizar cada uno algo menos de 20 inspecciones mutuas al año. Sin embargo, esta labor se ha dejado en el aire casi tres años debido a la pandemia de Covid-19 y las cada vez más tensas relaciones binacionales.
En agosto de 2022, Rusia paralizó las inspecciones en su territorio como respuesta a las sanciones adoptadas por Occidente, que le impedían enviar inspectores a EE. UU. en función del tratado. También lo acusó de realizar su pesquisa sin aviso previo e intentar crear “ventajas unilaterales”.
Putin aclaró que Rusia suspende su participación, pero no abandona el acuerdo. Conforme al Ministerio de Relaciones Exteriores de la nación euroasiática, esta seguirá respetando rigurosamente, durante la duración del tratado, las limitaciones cuantitativas de las armas estratégicas ofensivas. Además, la decisión sobre el cese puede ser reversible.
Respecto a la reanudación de las pruebas de armas nucleares, el mandatario declaró: “Naturalmente no seremos los primeros en hacerlo, pero si EE. UU. realiza pruebas, también lo haremos nosotros”. El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, anunció que el país regresará al diálogo siempre y cuando Washington deje de suministrar armas a Ucrania.
El secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, lamentó esta decisión y confirmó que su país está “listo para hablar sobre limitaciones de armas estratégicas en cualquier momento con Rusia”, independientemente de sus discrepancias en algunos asuntos bilaterales e internacionales.
Remarcó que Washington vigilará las acciones de Moscú para garantizar su seguridad y la de sus aliados bajo cualquier circunstancia.
El secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, Jens Stoltenberg, también deploró esta medida rusa e instó a reconsiderarla.
El Nuevo START es comparado como la “última ancla” para delinear un marco jurídicamente vinculante a fin de que cada potencia controle las capacidades nucleares de la otra. En 2002, el Gobierno del presidente George W. Bush retiró a EE. UU. del Tratado de Antimisiles Balísticos a los 30 años de su activación. Con el presidente Donald Trump, el país salió del acuerdo sobre el programa nuclear iraní y el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio.
Expertos en relaciones internacionales están preocupados por el posible estallido de otra carrera armamentista en paralelo con el actual conflicto en Ucrania, una vez que caiga en estanco el referido documento ruso-estadounidense.
Stéphane Dujarric, vocero del Secretario General de las Naciones Unidas, declaró que un mundo sin control de armas nucleares es mucho más peligroso e inestable, con consecuencias potencialmente catastróficas.
Según el diplomático, el Nuevo START, junto con los exitosos pactos bilaterales sobre reducción de armas nucleares estratégicas, “ha traído seguridad no solo a Rusia y EE. UU., sino a toda la comunidad internacional”.
Por lo tanto, los dos países deberían hacer todo lo posible por una inmediata vuelta al diálogo y reanudar la plena aplicación del referido tratado sin demora, a favor de la seguridad internacional.