La prolongada situación de tensiones e inestabilidad en el sur de Asia tiene causas raigales difíciles de solventar.
Uno de los casos más preocupantes es el de la India y Pakistán, máxime porque ambos poseen armas nucleares. Su relación es considerada una de las más complejas y tensas del mundo con disputas latentes y controvertidas como la limítrofe Cachemira.
El terrorismo también ha complicado las relaciones entre la India y Pakistán. La primera ha acusado a su vecino de respaldar a los grupos Lashkar-e-Taiba y Jaish-e-Mohammed, responsables de sangrientos atentados en territorio indio.
El mes de mayo atestiguó una rotunda colisión a raíz de un tiroteo en un complejo turístico de la región de Cachemira administrada por la India. El atentado se cobró la vida de numerosos turistas, la mayoría de ellos indios. La India lanzó una ofensiva contra lugares que tachó de “campamentos terroristas”. Islamabad respondió con incursiones en instalaciones militares indias. La intransigente postura de las partes, junto con una secuencia de ejercicios militares, las colocó al borde de una guerra a gran escala.
No obstante, las tensiones se disiparon rápidamente bajo la presión de la comunidad internacional. También es presumible que las enseñanzas de contiendas previas les hayan aconsejado poner fin al conflicto en lugar de dejarse llevar por una guerra prolongada y costosa. Aun así, esto no se traduce en estabilidad para los nexos bilaterales. Como los desacuerdos fundamentales siguen pendientes, la paz todavía es frágil y permanece latente el riesgo de futuras crisis.
Países de Asia meridional como Nepal y Bangladés tampoco fueron inmunes a la inestabilidad política. Las manifestaciones lideradas por jóvenes en ambas naciones reflejaron la necesidad de reformas económicas e institucionales. En Nepal, la prohibición de las redes sociales desató una protesta a gran escala que desembocaron en violencia. En Bangladés, cuya ex primera ministra Sheikh Hasina fue derrocada el año pasado por protestas estudiantiles, a finales de este mes estalló un episodio de violencia debido a la muerte de un líder juvenil.
Las agitaciones políticas en varios países surasiáticos demuestran que la legitimidad de un Estado no solo se asienta en la realización de elecciones, sino también y sobre todo por la mejora de la vida de los ciudadanos.
La competencia estratégica entre las potencias incide igualmente en la seguridad y la economía de la región. Las crisis políticas en Asia Meridional proyectan un panorama en el que se conjugan la inestabilidad interna y una feroz competencia geopolítica entre las potencias. Las políticas arancelarias estadounidenses, por ejemplo, han generado un impacto visible en el continente asiático, particularmente en la región sureña.
Asia Meridional cierra 2025 rodeada de yescas a punto de arder. Los esfuerzos diplomáticos por parte de grandes países fuera de la región son necesarios para calmar los enfrentamientos y las crisis políticas, si bien esas situaciones dependen en gran medida de intereses estratégicos. Es crucial que los Estados de la región tomen la iniciativa en la gestión de los problemas mediante el diálogo, a fin de evitar que los conflictos y la violencia frenen su desarrollo.
