De cara a 2026, se espera que la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) continúe preservando su espíritu de unidad y cooperación para superar los retos.
Filipinas, presidente pro tempore de la Asean en 2026, afrontará una exigente prueba de su capacidad para consolidar la cohesión interna en un contexto marcado por la coexistencia de oportunidades y dificultades. Cuando releve a Malasia el 1 de enero de 2026, Manila enarbolará el lema “Juntos forjando el futuro”, demostrativo de su determinación de mantener el rumbo de la Asean a partir de decisiones colectivas y respuestas coordinadas.
En sus casi 60 años de existencia, la Asean ha sorteado con numerosas tormentas. En 2025, inundaciones y deslizamientos de tierra en Indonesia y Filipinas, así como terremotos en Tailandia y Myanmar, causaron graves pérdidas en la región y frenaron la recuperación y el desarrollo tras la pandemia de la Covid-19. Las tensiones en la frontera entre Camboya y Tailandia también generaron preocupación en la comunidad internacional.
Situada en el centro de la región del Indo-Pacífico, la Asean ocupa una posición de gran relevancia estratégica, especialmente por su papel en las cadenas globales de suministro. Tal circunstancia la somete a crecientes presiones derivadas del recrudecimiento de la competencia geopolítica a nivel mundial.
No obstante, oportunidades y desafíos siempre van de la mano. En medio de las constantes transformaciones, el bloque consolida su importancia. No es casualidad que en las cumbres de la Asean participen numerosos dirigentes de alto nivel de países como Estados Unidos y China, así como de organizaciones regionales e internacionales como las Naciones Unidas y la Unión Europea.
Al hacer balance del año 2025, el secretario general de la Asean, Kao Kim Hourn, destacó como acontecimientos significativos el Acuerdo de Paz de Kuala Lumpur, firmado en octubre, y la adhesión de Timor Oriental a la agrupación.
Para su ejercicio de la presidencia de la Asean en 2026, Filipinas ha definido tres prioridades: reforzar la paz y la seguridad regionales; promover un “corredor de prosperidad” para fortalecer la conectividad y la cooperación económica y tecnológica; y empoderar a la población en el contexto de la transformación digital. Manila concede especial importancia al aprovechamiento de la inteligencia artificial como herramienta de coordinación regional, en particular para mejorar los servicios de salud y educación.
Los desafíos seguirán presentes en el próximo año y pondrán a prueba la capacidad del “capitán” filipino para mantener la cohesión de la agrupación. Entre los grandes retos que deberá afrontar se encuentra la reducción de las brechas de capacidades, infraestructuras y niveles de desarrollo entre los Estados miembros.
Aunque Tailandia y Camboya acabaron de firmar un acuerdo de alto el fuego, la evolución de sus relaciones requiere un estrecho seguimiento por parte de la Asean para garantizar respuestas oportunas ante eventuales tensiones.
También la competencia entre las grandes potencias obliga al bloque a seguir demostrando firmeza, proactividad estratégica y flexibilidad para adaptarse a cualquier cambio.
Elevar el espíritu de unidad tiene un significado vital para la Asean. Sobre la base de los logros alcanzados por Malasia durante su presidencia anterior, Filipinas aspira a dejar su propia huella al frente de la organización, con el uso de la tecnología y la innovación en los campos de la política, la seguridad, la economía y la sociedad, en aras de construir una Comunidad Asean próspera, integral y resiliente.