La aspiración de un futuro sin disparos y la reconstrucción del territorio requieren el cumplimiento íntegro del acuerdo de tregua por parte de Israel y Hamás, así como una mayor ayuda de la comunidad internacional.
Tras la tregua, los mediadores intensifican sus esfuerzos para garantizar la segunda fase del acuerdo, cuyo inicio está previsto para principios de 2026. Si bien persisten los desacuerdos entre Israel y Hamás, que obstaculizan la plena implantación del alto el fuego, los mediadores de Estados Unidos, Egipto, Qatar y Turquía siguen negociando peliminación de los obstáculos para pasar a la siguiente fase. En la primera fase se han logrado avances en la distribución de ayuda humanitaria, la liberación de rehenes, la retirada parcial de las fuerzas israelíes y la reducción de las hostilidades. Las negociaciones para la segunda fase se centran en el establecimiento de un nuevo gobierno en Gaza que proteja a la población civil, mantenga el orden público, facilite el comercio con los países vecinos y desarrolle la infraestructura.
El alto el fuego en Gaza es sumamente frágil, pues desde su entrada en vigor han muerto más de 400 palestinos. Israel y Hamás se acusan mutuamente de violar la tregua. La segunda fase estipula la retirada continua de las tropas israelíes de sus posiciones en Gaza, el establecimiento de un gobierno interino para administrar este convulso territorio, el despliegue de fuerzas de seguridad internacionales y el desarme de Hamás. Uno de los temas más controvertidos es el establecimiento de una Fuerza Internacional de Estabilización (FSI) en la Franja de Gaza, medida que Estados Unidos considera crucial. Sin embargo, este es un asunto delicado, ya que, a pesar de expresar su apoyo político, la mayoría de los países solo está dispuesta a contribuir financieramente, brindar capacitación y ofrecer asistencia logística, en lugar de desplegar tropas sobre el terreno. Es muy improbable que los países acepten enviar tropas debido a la preocupación por enfrentarse a Hamás o a posibles confrontaciones con el ejército israelí.
La reconstrucción de Gaza es compleja incluso desde el punto de vista material y logístico, pues ese territorio palestino ha quedado devastado tras años de conflicto. Según Naciones Unidas, la situación alimentaria allí sigue siendo “extremadamente grave”. Aunque el punto crítico de la hambruna ya ha pasado, la Franja de Gaza sigue en estado de emergencia. Aproximadamente el 70 por ciento de sus pobladores vive en refugios improvisados y enfrenta hambruna prolongada, inundaciones y temperaturas en picada. Se estima que, hasta mediados de abril de 2026, alrededor de 1,6 millones de personas permanecerán en estado de inseguridad alimentaria severa. La falta de agua potable, el saneamiento deficiente y un sistema de salud desbordado, también aumentan el riesgo de epidemias; y más del 96 por ciento de las tierras agrícolas han sido destruidas o son inaccesibles, lo que reduce considerablemente las posibilidades de recuperación.
El presidente palestino, Mahmud Abás, afirmó que la Autoridad Nacional Palestina está dispuesta a cooperar con el presidente estadounidense, Donald Trump, para lograr una paz integral y justa, de conformidad con las resoluciones internacionales y la Iniciativa de Paz Árabe. Abás enfatizó la urgente necesidad de implementar el plan de Trump y la Resolución 2803 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, a fin de imponer un verdadero alto el fuego en Gaza, facilitar la entrega de ayuda humanitaria, prevenir los desplazamientos, asegurar la retirada de las tropas israelíes y permitir que la Autoridad Nacional Palestina asuma sus responsabilidades y acelere los esfuerzos de reconstrucción.
Las celebraciones de Navidad y Año Nuevo en los territorios palestinos se llevan a cabo en un contexto de mejora de la seguridad en muchas zonas, pero las profundas heridas infligidas por la guerra en Gaza siguen abiertas. Es necesario intensificar los esfuerzos para poner fin al conflicto y establecer definitivamente una paz sostenible, integral y duradera en Oriente Medio.