Pese a las profundas diferencias de enfoque e intereses, los vínculos entre Washington y Moscú siguen oscilando entre el diálogo y la tensión. No obstante, ambas partes han decidido mantener los canales diplomáticos para evitar una confrontación directa en un mundo cada vez más volátil e imprevisible.
Desde la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca a principios de 2025, han surgido síntomas evidentes de distensión entre las dos grandes potencias. Antes de asumir su segundo mandato, Trump, quien siempre ha destacado su buena relación personal con Putin, expuso su intención de acelerar los intercambios y las conversaciones bilaterales.
Este “reajuste” se ha hecho más evidente en el conflicto de Ucrania. Si antes se priorizaba la ayuda militar a Kiev, ahora se establecen canales de diálogo y negociación para alcanzar cuanto antes un acuerdo que ponga fin a una guerra que ya dura casi cuatro años. En este contexto, la histórica cumbre entre Estados Unidos y Rusia celebrada en Alaska en agosto se considera un movimiento clave en el tablero estratégico de las dos naciones.
Esa, ante todo, fue una oportunidad para que Estados Unidos ajustara sus prioridades respecto a la conclusión del conflicto en Ucrania, principalmente reducir el apoyo a Kiev y concentrarse en los intereses nacionales. También fue un paso destinado a mejorar la imagen del inquilino de la Casa Blanca en sus esfuerzos por rebajar tensiones en focos de conflagración.
Por su parte, Rusia consideró que la cumbre sentó las bases para un acuerdo más cercano a sus condiciones. La reunión Trump-Putin se interpretó como una señal de «deshielo» tras años de gélidas relaciones marcadas por sanciones recíprocas durante la anterior administración estadounidense.
Sin embargo, la reunión de Alaska fue solo el punto de partida de un proceso orientado a reducir tensiones y evitar un choque directo entre las dos potencias, insuficiente por separado para reconciliar posturas y resolver viejos desacuerdos. La reanudación del diálogo no implica que las partes hayan renunciado a sus posiciones y puntos de vista sobre cuestiones estratégicas.
Recientemente Estados Unidos presentó un borrador de plan de paz de 28 puntos para poner fin al conflicto en Ucrania. Sin embargo, el documento puso de relieve profundas divergencias. El asesor del presidente ruso, Yuri Ushakov, advirtió que las cláusulas propuestas por Europa y Ucrania para modificar el plan estadounidense podrían disminuir las posibilidades de alcanzar la paz. En este contexto, Washington reafirmó que mantendrá las sanciones contra Rusia si el Kremlin no presenta cambios sustanciales en su comportamiento.
Las señales de “deshielo” entre Estados Unidos y Rusia traslucen un viraje en la situación geopolítica que impacta directamente en la arquitectura de seguridad europea. Las repetidas exigencias de Washington a sus aliados europeos de aumentar el gasto en defensa y asumir a largo plazo su responsabilidad en la solución del conflicto ucraniano, reflejan la fragilidad de la alianza transatlántica. El plan de paz de Washington ha generado inquietud en la Unión Europea (UE) bajo el supuesto de que debilita la posición de Kiev y favorece a Moscú, con posibles repercusiones negativas para la seguridad del Viejo Continente. Los contactos diplomáticos de Estados Unidos con Rusia sobre Ucrania sin la participación de la UE provocaron malestar en las capitales europeas.
La embajada de Rusia en Estados Unidos considera que se ha abierto una ventana de oportunidad para la normalización de las relaciones bilaterales. Según analistas, uno de los factores favorecedores de los vínculos es eminentemente económico, incluida la posibilidad de cooperación en la explotación de recursos minerales en el Ártico. Esto está en línea con la política de “Estados Unidos primero”.
En esencia, la positiva evolución de las relaciones Rusia-Estados Unidos se asocia a complejos cálculos estratégicos y refleja la voluntad de las partes de aprovechar el diálogo, al menos de forma temporal, para mantener la relación por debajo del umbral de una confrontación directa.