Oportunidades y retos derivados del acuerdo Corea del Sur-Estados Unidos en comercio y seguridad

El acuerdo recién alcanzado por Corea del Sur y Estados Unidos en materia de comercio y seguridad pone fin a unas negociaciones prolongadas y llenas  de escollos.

Las nuevas oportunidades de cooperación comercial e inversión para ambas partes contribuirán a disipar la precariedad de las relaciones bilaterales, aunque también se genera escepticismo sobre su espinosa implementación.

El ministro de Comercio, Industria y Recursos de Corea del Sur, Kim Jung-kwan, y el secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick, suscribieron un memorando de entendimiento basado en el pacto detallado del 29 de octubre, en el que Seúl se compromete a invertir 350 mil millones de dólares a cambio de aranceles más bajos por parte de Washington. Este acuerdo es el resultado de dos cumbres entre el presidente de Corea del Sur, Lee Jae Myung, y su homólogo estadounidense, Donald Trump, celebradas a mediados de agosto y a finales de octubre.

De aquella cifra, 200 mil millones serán desembolsados en pagos en efectivo para proyectos de consenso mutuo elegidos antes de que el presidente Trump finalice su mandato en enero de 2029. Los posibles campos prioritarios incluyen energías, industria semiconductor, productos farmacéuticos, minerales esenciales, inteligencia artificial y computación cuántica. Los restantes 150 mil millones están destinados a la cooperación bilateral en construcción naval.

Estados Unidos redujo la tasa de aranceles recíprocos con Corea del Sur del 25 al 15 por ciento desde el 7 de agosto y planea bajarla a solo 15 en el caso de automóviles y madera. Los productos farmacéuticos y de madera se beneficiarán del trato NMF (Nación Más Favorecida), mientras las aeronaves y sus partes, los medicamentos genéricos y los recursos naturales no producidos en Estados Unidos estarán exentos de aranceles. En cuanto a los semiconductores, Corea del Sur gozará de tarifas similares a las impuestas sobre Taiwán (China), su principal rival en este sector.

Además, Washington consintió que Seúl construya submarinos de propulsión nuclear y apoyó los esfuerzos del aliado este-asiático por garantizar su autoridad sobre el enriquecimiento de uranio y el reprocesamiento de combustible nuclear gastado con fines pacíficos.

La disminución de aranceles recíprocos por Estados Unidos sobre las exportaciones clave de Corea del Sur ha estabilizado el comercio bilateral y situado a ese país en una posición igual de favorable en comparación con Japón y la Unión Europea. Conviene destacar que los compromisos de Washington para las empresas surcoreanas de semiconductores no serán menos preferenciales que los aplicados a sus principales competidores.

Seúl también se ha beneficiado significativamente en materia de defensa al recibir luz verde para la construcción de submarinos de propulsión nuclear, lo que a juicio de estrategas surcoreanos refuerza la capacidad disuasoria en el mar. A cambio, el país peninsular se comprometió a aumentar el gasto en defensa en hasta un 3,5 por ciento de su Producto Interno Bruto para consolidarse como un aliado clave de Washington en el mantenimiento de la seguridad regional.

Los analistas surcoreanos opinaron que los beneficios brindados por el nuevo pacto traen aparejadas condiciones onerosas, sobre todo los 350 mil millones de dólares prometidos a Estados Unidos. Desde la perspectiva de economistas, ese desembolso podría agudizar la escasez de dólares estadounidenses, magnificar el riesgo de volatilidad del tipo de cambio y limitar las inversiones domésticas en un momento de debilidad estructural de la economía surcoreana.

Otros obstáculos podrían poner trabas al cumplimiento de lo acordado. El enriquecimiento de uranio, así como el reciclaje y la construcción de submarinos de propulsión nuclear requerirían modificar el tratado bilateral sobre energía nuclear civil y la aprobación del Congreso de Estados Unidos. Incluso si se despejan las barreras legales, el suministro de combustible para reactores navales implicaría complejas negociaciones dado el control sobre las exportaciones estadounidense.

En opinión de los expertos, la probabilidad de que el acuerdo recientemente firmado entre Corea del Sur y Estados Unidos sea una base o un estorbo para la cooperación dependerá de las políticas y del cumplimiento de las obligaciones por parte de ambos países. Para que resulte beneficioso para Corea del Sur, es necesario gestionar con firmeza el flujo de capitales para que se convierta en una inversión prometedora para la recuperación nacional, en lugar de una deuda sin fecha de vencimiento o, en el peor de los casos, un anclaje de las futuras opciones.

Back to top