Según la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, las Américas enfrentan un gran desafío para proteger a los refugiados y satisfacer sus necesidades humanitarias. La advertencia se produce cuando el mundo percibe nuevas estadísticas récord sobre el número de migrantes. De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), solo en los dos primeros meses de 2022, la cantidad de personas que transitan por la selva del Darién, la frontera natural entre Panamá y Colombia, para llegar a América del Norte, casi se ha triplicado respecto al mismo período en 2021. El número de desplazados que cruzaron esa inhóspita zona el año pasado fue de unos 134 mil, tanto como en toda la década anterior.
En marzo pasado, las fuerzas de protección fronteriza de Estados Unidos detuvieron a 210 mil personas, la cifra más alta en dos décadas. Mientras, México anunció que desde principios de 2022 ha bloqueado el paso de unos 115 mil migrantes, principalmente provenientes de naciones centroamericanas, que intentaron llegar a Estados Unidos.
La migración no es un tema nuevo en las Américas. En los últimos años, el “Triángulo Norte-Centroamericano”, conformado por Honduras, Guatemala y El Salvador, ha servido como punto de partida para decenas de miles de personas deseosas de asentarse en los Estados Unidos a fin de escapar de la pobreza y la violencia en sus países de origen. A pesar de los peligros y riesgos de ser víctimas de las organizaciones de trata de personas, miles de personas aún intentan viajar al norte en busca del "sueño americano", con la esperanza de encontrar trabajo y una vida mejor.
El jefe de la misión de la OIM en Panamá dijo que la crisis socioeconómica provocada por la pandemia del Covid-19 fue una de las principales razones por las que miles de personas abandonaron su patria. El alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en Honduras enfatizó que la afluencia masiva de migrantes refleja la urgente necesidad de mejorar las condiciones de vida en los países, así como promover la cooperación y el apoyo mutuo.
Los países de la región han trabajado activamente para encontrar una respuesta común al riesgo de que el tema migratorio se convierta en una crisis fuera de control. En abril pasado, ministros de más de 20 países americanos se reunieron en Panamá para debatir el tema. Al final, acordaron establecer un grupo de trabajo conjunto para abordar el aumento de la migración ilegal a nivel continental, con el objetivo de estabilizar la vida de las comunidades y resolver la causa raíz de esta situación.
Como principal destino de los refugiados, Estados Unidos está trabajando con los países centroamericanos para limitar los flujos migratorios y devolver a estas personas a su punto de partida, así como fortalecer las medidas para desmantelar las bandas de traficantes de personas. La administración del presidente Joe Biden está preparando una estrategia integral para hacer frente a la posibilidad de que una gran cantidad de migrantes intente ingresar al país luego de expirar el 23 de mayo sus regulaciones contra el Covid-19. Además, Estados Unidos firmó recientemente un acuerdo de cooperación con Panamá en materia migratoria y espera suscribir la Declaración de Los Ángeles sobre la gestión y protección de los migrantes, en el marco de la Cumbre de las Américas, de la que será sede en junio próximo.
Pronosticando que el flujo de migrantes en la región no se detendrá, la OIM continúa llamando a los países centroamericanos y a la comunidad internacional para que intensifiquen los esfuerzos destinados a identificar la raíz del problema y encontrar una solución razonable. La OIM también pidió los países de acogida de refugiados garantizar el acceso a los procedimientos de asilo y intensificar la lucha contra la trata de personas, la discriminación y la xenofobia.