Noticias sobre la insolvencia de empresas proliferan en todos los continentes. Según una encuesta recién publicada por la agencia de investigación Tokyo Shoko Research, el número de compañías japonesas que se declararon en bancarrota en 2023 ascendió un 35,2 por ciento interanual hasta alcanzar las ocho mil 690, el nivel más alto en los últimos cuatro años.
Las mismas nubes ensombrecen el cielo europeo. Datos del Instituto Alemán de Investigaciones Económicas revelan que en 2023 hasta 18 mil cien empresas en Alemania cerraron, un 23,5 por ciento más que en 2022.
Mientras, en Francia más de 55 mil empresas se vieron obligadas a cesar su actividad, un récord desde 2017, y en Suiza la cifra rondó las 10 mil. En particular, las quiebras por deudas se van agravando.
Citando a las oficinas nacionales de estadísticas, el diario Financial Times informó que la oleada de quiebras empresariales se propaga a un ritmo no visto en décadas.
Durante los 12 meses transcurridos hasta septiembre de 2023, la insolvencia empresarial en Estados Unidos aumentó 30 por ciento interanualmente. De acuerdo con la Oficina Europea de Estadística, el número de empresas en la Unión Europea que cerraron en los primeros nueve meses de 2023 se incrementó 13 por ciento frente al mismo lapso de 2022, rozando el nivel más alto en los últimos ocho años.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos igualmente notificó que la tasa de quiebras en algunos de sus países miembro incluso superó la reportada durante la crisis financiera de 2008-2009. Los sectores más afectados fueron la hostelería, el transporte y el comercio minorista.
A juicio de analistas, el cierre de los programas de apoyo contra el Covid-19 es la principal causa de dicha situación.
Según estimaciones del Fondo Monetario Internacional, en 2020 y los primeros cuatro meses de 2021, los Gobiernos destinaron más de 10 billones de dólares a empresas y hogares.
Esos gigantescos paquetes financieros han sido un salvavidas para muchas empresas a través de las penurias por la pandemia. Neil Shearing, economista jefe del grupo Capital Economics, comentó que varias habían perdido la solvencia y sólo estaban siendo apuntaladas por el gobierno.
Por tanto, ahora que se han agotado casi todos los mecanismos de apoyo, las insuficiencias de las empresas son cada vez más evidentes, lo cual ha provocado el cierre masivo de empresas. Además, los elevados precios de la energía y la galopante inflación han endurecido la presión.
Lo preocupante es que se pronostica que la oleada de bancarrota continúe en 2024, ya que muchas empresas se enfrentan a vencimientos de deuda con tipos de interés más altos. Según la multinacional alemana de servicios financieros Allianz, las quiebras empresariales repuntaron más o menos seis por ciento el año pasado y en el actual podrían llegar al 10 por ciento o más.
El impacto negativo de las crisis en 2023 se hará más patente este año, lo cual provocará la insolvencia de muchas empresas, sobre todo en los sectores minorista, de la moda y la sanidad, inmobiliario y de la construcción.
Las firmas en otros campos como los servicios de alimentación, la industria de autopartes y la mecánica también corren un alto riesgo de disolverse. Además, el endurecimiento de la política monetaria ha empujado al borde de la quiebra a algunas empresas emergentes, medianas o pequeñas.
La oleada de quiebras empresariales amenaza con consecuencias duraderas el progreso económico y el mercado laboral global en los años venideros. No obstante, expertos se aferran a la esperanza de que el clímax de la situación no sea tan grave como en las crisis anteriores gracias al mantenimiento por numerosos Gobiernos de las medidas de subvenciones energéticas y de estímulo al crecimiento económico.