En dicha reunión, el enviado especial de la ONU para Siria, Geir Pedersen, afirmó que es necesario un "ajuste importante" en el proceso de transición política y de seguridad del país. Las autoridades humanitarias de la ONU señalaron que la reciente ola de violencia en Siria ha provocado el desplazamiento de unas 175 000 personas, lo que constituye un claro recordatorio de que la crisis siria sigue siendo una de las emergencias humanitarias más graves del mundo.
La fragilidad del proceso de transición en Siria no sorprende a los analistas. Desde la formación del Gobierno interino en marzo de 2025, se ha advertido que establecer una base sólida para encaminar al país hacia un desarrollo estable sigue siendo un escenario lleno de riesgos e incertidumbres. Para una nación que ha estado sumida en una guerra civil durante más de una década, no es fácil reconciliar ni superar los profundos desacuerdos entre los distintos grupos étnicos.
La inestabilidad en Sweida, en el sur de Siria, estalló a principios de julio de 2025, tras los enfrentamientos entre la comunidad drusa y las tribus beduinas. El Gobierno sirio desplegó fuerzas en la zona para restablecer el orden, pero Israel lo acusó de apoyar a las tribus beduinas en su conflicto con los drusos. Esta fue la justificación esgrimida por Israel para lanzar ataques aéreos contra Damasco, la capital siria, lo que generó preocupación por una posible escalada del conflicto en la región.
Aunque las hostilidades se moderaron tras un alto el fuego mediado por Estados Unidos, el acuerdo sigue siendo solo una solución provisional, especialmente en un contexto marcado por tensiones étnicas persistentes, injerencias externas superpuestas y competencia entre potencias.
El estallido de violencia se produce en un momento delicado para el Gobierno interino, que intenta ganarse la confianza y el respaldo de la comunidad internacional. A principios de julio, Estados Unidos levantó la mayoría de las sanciones impuestas a Siria desde 1979, un paso significativo hacia la normalización de las relaciones entre Washington y Damasco. La Casa Blanca expresó su deseo de ver una Siria libre de organizaciones terroristas que garantice la seguridad de las minorías religiosas y étnicas. Varias naciones y organizaciones internacionales también han manifestado su disposición a cooperar con Siria en el proceso de reconstrucción. Sin embargo, justo cuando comenzaban a surgir señales positivas, la violencia en Sweida puso de manifiesto la complejidad de la situación política y de seguridad en Siria, lo que afectó negativamente a los flujos de inversión extranjera, un factor clave para la recuperación económica. Según el Ministerio de Economía e Industria de Siria, se necesitarían al menos un billón de dólares para reconstruir el país.
En un intento por promover reformas, el Gobierno sirio anunció elecciones legislativas para septiembre de 2025. El número de escaños en el Parlamento se ampliará de 150 a 210, conforme a la nueva ley. El presidente interino, Ahmed al-Sharaa, subrayó la importancia de organizar los comicios en todas las provincias del país y la necesidad de excluir a quienes apoyen o colaboren con criminales de guerra.
Siria afronta un nuevo capítulo con enormes desafíos por delante. Frente a una transición política frágil y llena de riesgos, Pedersen reiteró que el Gobierno interino debe impulsar un proceso "transparente, inclusivo y representativo" para restaurar la confianza del pueblo sirio y de la comunidad internacional, seriamente debilitada tras la reciente ola de violencia.