Aunque los rebeldes hutíes de Yemén reivindicaron la autoría de esos atentados contra las dos refinerías de petróleo sauditas, el secretario de Estado norteamericano, Michael Pompeo, afirmó que no hay evidencia de que la acción se originó en ese país bicontinental, donde la coalición liderada por Arabia Saudita ha enfrentado a estos insurgentes durante más de cuatro años.
Washington culpa a Teherán de estar detrás de esta operación, por lo cual comenzó a intensificar las sanciones contra Irán, a pesar de la fuerte oposición iraní a estas “acusaciones infundadas”.
Inmediatamente después del incidente, el presidente Donald Trump dijo que prefiere no reunirse con su homólogo iraní Hasan Rohani en la Asamblea General de las Naciones Unidas, un encuentro que no se descartaba previamente.
Por su parte, Arabia Saudita mostró restos de drones y de misiles usados en los ataques contra sus instalaciones petrolíferas, los cuales presentó como "evidencias indiscutibles" sobre la participación iraní. El Ministerio de Defensa saudita enfatizó que los vehículos aéreos no tripulados Delta Wing de Irán fueron utilizados en esta ofensiva, además de misiles crucero.
Las acusaciones de Estados Unidos y Arabia Saudita contra Irán han causado polémica en el mundo.
Teherán denunció que Estados Unidos busca una excusa para tomar represalias, entretanto, el presidente Trump advirtió que Washington tiene “muchas opciones” más, aparte de un ataque contra esa república shiita.
Por su parte el primer ministro británico, Boris Johnson, acordó con la canciller federal alemana, Angela Merkel, trabajar con socios internacionales para diseñar una respuesta colectiva a los ataques contra Arabia Saudita, resaltando así la necesidad de aliviar las tensiones en esa región y seguir un enfoque común sobre Irán.
Francia informó que no había evidencias para probar que los drones provenían de un lugar u otro. Asimismo resaltó la necesidad de una estrategia para reducir la escalada de las tensiones en el Medio Oriente.
A su vez, tanto Rusia como China han pedido a todas las partes que sean cautelosas en culpar a un presunto responsable, y llamaron a no sacar conclusiones precipitadas sobre el atentado. El presidente ruso Vladimir Putin exigió una "investigación objetiva y exhaustiva" para aclarar este incidente.
Japón también aseguró que no hay pruebas que señalen la participación de Irán en este suceso.
El ataque provocó una reducción de cinco millones 700 mil barriles en la producción diaria de crudo de Arabia Saudita, cifra equivalente a casi el seis por ciento del suministro mundial de este combustible.
El mercado de petróleo se vio fuertemente afectado por este hecho, el cual generó preocupaciones por el alza de precio del crudo y la inestabilidad geopolítica, que podrían perjudicar a la economía mundial.
Esos temores han disminuido gracias a una rápida recuperación de las exportaciones de petróleo sauditas, y el retorno a la normalidad en el precio de este producto tras un alza histórico.
La Agencia Internacional de Energía confirmó que todavía no es necesario liberar las reservas de petróleo de emergencia, debido a que Arabia Saudita se recuperó más rápido de lo esperado.
Entre denuncias y críticas mutuas que perturban la información y crean desconfianza en las relaciones internacionales, las opiniones en general demandan una investigación abierta, transparente y justa sobre los atentados contra las plantas petrolíferas sauditas.
Para reducir las tensiones y eliminar los riesgos de un conflicto en el Medio Oriente, los expertos resaltan la importancia de una solución política para poner fin al conflicto en Yemen, al igual que la aplicación de medidas, como el diálogo, para fomentar la confianza entre las partes.