El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de África acaba de confirmar un brote de fiebre hemorrágica en la localidad de Jinka, sur de Etiopía, causada por el virus de Marburgo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que ese virus, altamente contagioso, provoca fiebres hemorrágicas con una elevada tasa de mortalidad.
La preocupación de la OMS no es exagerada, pues el continente aún no ha superado la ola de cólera más grave de los últimos 25 años. Desde principios de año, el CDC África ha contabilizado alrededor de 300 mil casos de cólera y más de siete mil fallecidos.
Una atmósfera de ansiedad cubre las tierras africanas, pues los casos de cólera han aumentado más de 30 por ciento en comparación con el mismo período de 2024, debido al empeoramiento de los conflictos, las malas condiciones sanitarias y el poco acceso al agua potable. Angola y Burundi reportan un fuerte incremento de casos en los últimos meses, convirtiéndose en focos críticos de la lucha contra las enfermedades en África.
Los brotes en África son solo un punto oscuro dentro del sombrío panorama del sistema sanitario mundial. La OMS advirtió que el mundo enfrenta una emergencia financiera sanitaria debido a la fuerte caída de la ayuda internacional. El director general de la OMS, Tedros Ghebreyesus, expresó su preocupación ante los profundos y repentinos recortes en las fuentes de financiación internacional, los cuales desprotegen los sistemas de salud de decenas de países.
Según la OMS, la ayuda sanitaria internacional podría disminuir más del 30 por ciento en 2025 respecto al 2023. Esto empujará a cerca del 70 por ciento de los países de ingresos bajos y medios a una situación de “déficit financiero” en su lucha contra las pandemias y en la prestación de servicios básicos de salud. Alrededor de la tercera parte de los países ya reportan una grave escasez de medicamentos esenciales y de programas sanitarios básicos.
Ghebreyesus apuntó que incluso antes de los recortes, la financiación sanitaria mundial ya se encontraba “fuera de rumbo” debido al enorme peso de la deuda pública tras la pandemia de Covid-19. Los altos niveles de deuda pública han dejado a muchos países sin recursos financieros, obligándolos a congelar sus inversiones en salud pública.
Según la OMS, el actual gobierno de Estados Unidos redujo drásticamente la ayuda exterior, lo que junto a la reducción de los fondos de otros donantes internacionales, ha afectado seriamente a muchos países africanos y economías en desarrollo que dependen de esa ayuda para mantener los servicios sanitarios básicos.
Un estudio realizado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) en colaboración con varias organizaciones internacionales, advirtió que el repentino recorte de la ayuda al desarrollo por parte de los principales donantes podría causar más de 22 millones de muertes adicionales, de las cuales 5,4 millones corresponderían a niños menores de cinco años, en los países en desarrollo hasta 2030. Esta advertencia se produjo después de que Estados Unidos, el Reino Unido, Alemania y Francia redujeran la ayuda ODA por primera vez en casi tres décadas.
El informe subraya que el plan de los países ricos de “cerrar la cartera” podría revertir los avances que muchas naciones pobres consiguieron con gran esfuerzo en la lucha contra el hambre, la pobreza y la fragilidad de sus sistemas sanitarios. El equipo de investigación Según ISGlobal, analizó datos de 93 países de ingresos bajos y medios para evaluar el impacto de la continuación de los recortes de ayuda ODA en 2025, después de fuertes reducciones durante los últimos cinco años.
Ante la creciente dificultad financiera en el sector sanitario, la OMS instó a los países pobres y en desarrollo a no depender únicamente del “salvavidas” internacional, sino a hacer todo lo posible por salvarse a sí mismos. La organización indicó que es urgente aumentar la inversión en salud, priorizar el acceso de las personas pobres a los servicios sanitarios, proteger los presupuestos de salud incluso en tiempos de dificultades fiscales y destinar recursos a los servicios y productos con mayor impacto sanitario por cada unidad presupuestaria invertida.
El director del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, Peter Sands, enfatizó que la crisis actual debería servir de llamada de atención para que los países más pobres, incluidos los africanos, aceleren sus avances hacia la autosuficiencia financiera en materia de atención sanitaria.