De meros seguidores de reglas preestablecidas, estos países han pasado a convertirse en actores que contribuyen al desarrollo de normas en el ámbito estratégico global.
En medio de la agitación provocada por los conflictos en Oriente Medio en los últimos años, Omán, un pequeño país de la región del Golfo, se ha erigido como mensajero de paz. Gracias a su política exterior equilibrada y armoniosa, y a que se ha ganado la confianza de todas las partes, Omán ha contribuido a distender las tensiones en la región y en el mundo. El alto el fuego entre Estados Unidos y las fuerzas hutíes en Yemen, las negociaciones nucleares entre Estados Unidos e Irán y el acuerdo de normalización entre Arabia Saudí e Irán, entre otros, han puesto de manifiesto el papel de Omán como mediador.
Esta es una prueba fehaciente de que el poder de un país no solo se rige por factores como el tamaño de su territorio o la cuantía de su población, sino también por su visión estratégica, una política exterior flexible y su capacidad de reunir fuerza. Los países pueden ejercer una influencia internacional significativa mediante esfuerzos por contribuir a la paz y el desarrollo, defender el derecho internacional, practicar la asistencia humanitaria y participar en las actividades de mantenimiento de la paz de la ONU.
A pesar de los numerosos desafíos, el contexto internacional actual puede considerarse un momento propicio para que los países pequeños y medianos participen más activamente en la configuración de las reglas de juego globales. Ante la necesidad de mantener un orden internacional basado en normas, muchos problemas complejos en economía, seguridad y política internacional se debaten en foros multilaterales, donde todos los Estados pueden expresar su opinión sobre cómo solucionar los desafíos comunes sin verse eclipsados por el poder de las grandes potencias. Se trata de una relación recíproca, ya que los países pequeños y medianos también contribuyen significativamente al mantenimiento del papel de organizaciones multilaterales como la ONU.
Además, la creciente frecuencia de las crisis ha generado situaciones que ningún país puede resolver por sí solo. Los conflictos son cada vez más frecuentes, el terrorismo se ha extendido, se han producido amenazas a la ciberseguridad, así como al cambio climático, las catástrofes humanitarias, la pobreza y las epidemias: problemas que requieren una acción coordinada por parte de la comunidad internacional. Esta situación plantea desafíos, pero también ofrece a los pequeños y medianos países la oportunidad de actuar como mediadores y promotores de consensos en los esfuerzos por afrontar las amenazas globales.
De hecho, en los últimos tiempos, muchas iniciativas multilaterales sobre la lucha contra la pobreza, el apoyo a los derechos humanos, la prevención de la proliferación de armas nucleares y la promoción de la acción coordinada contra el cambio climático, se deben a países pequeños y medianos, con el beneplácito de la comunidad internacional.
Esos países también están dispuestos a asumir importantes responsabilidades en los foros multilaterales. Según analistas, la postura neutral se percibe como una garantía de la imparcialidad de este grupo de naciones en la mediación entre partes en conflicto, el manejo de desafíos comunes, la construcción de puentes intercontinentales, el fortalecimiento de la paz y la promoción del multilateralismo. También realza la voz de los países pequeños y medianos en la gobernanza global, así como en la respuesta a las amenazas a la seguridad y la paz mundiales.
El Instituto Internacional de Estudios sobre Oriente Medio y los Balcanes considera que, en el mundo actual, la influencia internacional ya no es un privilegio de unas pocas grandes potencias. Los países pequeños y medianos contribuyen de manera significativa al desarrollo global mediante la formulación de políticas estratégicas, la innovación y la participación activa en iniciativas interregionales. “Pequeños pero poderosos”, con un espíritu de cooperación, estos países están emergiendo como una importante fuerza que contribuye a mantener la estabilidad, la prosperidad y el progreso de la humanidad.