Aunque la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Chirstine Lagarde enfatizó que la inflación es de carácter temporal, los analistas mundiales siguen preocupados por el riesgo de la subida de la inflación y la posible prolongación del estancamiento económico.
Según estadísticas, la inflación en la zona euro aumentó más del tres por ciento en agosto pasado, récord en 10 años, superando la previsión del dos por ciento del BCE. Numerosos especialistas de ese organismo financiero pronosticaron que en los meses venideros, el índice inflacionario repuntaría antes de moderarse.
En Estados Unidos, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) superó el cinco por ciento en los últimos meses. Mientras, las estadísticas publicadas a mediados de septiembre mostraron que el Índice de Precios al Productor (IPP) en el mes anterior creció 8,3 por ciento con respecto al mismo período del año pasado.
El director de inversiones del Bleakley Advisory Group, Peter Boockvar, declaró a la prensa que la inflación es una gran preocupación para la mayor economía del mundo. La Reserva Federal de Estados Unidos (FED) probablemente comience pronto a reducir su programa de compra de bonos si el IPC aumenta más de lo esperado, pronosticó Boockvar.
Lagarde dijo que gran parte de la subida de la inflación se debe a interrupciones de las fuentes del suministro y vaticinó que la escalada será "temporal y volverá a moderarse en el próximo año", a medida que el mundo vuelva a una "nueva normalidad".
Sin embargo, la confianza de los funcionarios financieros estadounidenses y europeos en que la inflación bajará automáticamente no ha podido eliminar las preocupaciones sobre el riesgo de que pueda prolongarse y afectar las perspectivas económicas.
La prensa estadounidense ha advertido en repetidas ocasiones que la economía está rodando hacia un estado de alta inflación y estancamiento económico. El hecho de que los analistas hayan bajado del seis al cinco por ciento su pronóstico de crecimiento económico en el tercer trimestre revela esa preocupación.
Además, las perspectivas de que la inflación baje siguen siendo inciertas debido a la complicada evolución de la pandemia del Covid-19. Mientras, otras dificultades globales como la interrupción de las cadenas de suministro, la escasez de chip semiconductores y la desaceleración económica de potencias como China y Estados Unidos, también ejercen una gran presión sobre las principales economías mundiales, especialmente las de Estados Unidos y la Unión Europea.