El Marco Mundial de Biodiversidad (GBF, por sus siglas en inglés) de Kunming-Montreal, aprobado en 2022, plantea 23 metas orientadas a la acción urgente en la década hasta 2030, entre ellas recuperar y conservar al menos el 30 por ciento de las tierras y mares del planeta, así como detener y revertir el riesgo de extinción de numerosas especies de flora y fauna.
La COP 16, efectuada a finales de octubre e inicios de noviembre de 2024 en Cali, reunió por primera vez a las partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) de las Naciones Unidas para debatir cómo acelerar el cumplimiento de los objetivos del GBF.
En esa ocasión se dio el visto bueno a una serie de decisiones importantes, entre las cuales sobresalen los compromisos sobre los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales, así como su participación en la salvaguarda de la biodiversidad.
También se creó el Fondo de Cali para el reparto equitativo de los beneficios generados por el sistema de Información digital sobre Secuencias (DSI, por sus siglas en inglés) de recursos genéticos de animales, plantas y bacterias.
Otro mensaje fundamental de la COP 16 fue que la conservación de la biodiversidad no está separada de los esfuerzos por lidiar con los retos globales, incluido el cambio climático.
El hecho de que quedaran por resolver varias cuestiones, incluso cuando la conferencia se prolongó más de lo previsto, demostró las discrepancias entre los interlocutores. Entretanto, uno de los objetivos principales de la COP 16 fue desbloquear las finanzas para fortalecer la protección de la biodiversidad.
Sin embargo, los esfuerzos para movilizar recursos se vieron obstaculizados por diferencias de opinión entre los miembros del CDB. Los países en desarrollo sostienen que los compromisos financieros con el Marco Mundial de la Biodiversidad o el Marco de la Diversidad Biológica de Kunming son insuficientes, y que existen barreras para acceder a los fondos y desembolsarlos.
La presidenta de la COP 16, la ministra de Medio Ambiente de Colombia, Susana Muhamad, expresó su preocupación por esta cuestión y propuso crear un nuevo fondo, pero su propuesta fue rechazada. Los países desarrollados argumentaron que la creación de nuevos fondos solo conseguiría fragmentar aún más los esfuerzos de financiación.
Los mencionados desacuerdos son las principales cuestiones que deben resolverse en la ronda adicional de negociaciones en Roma, con el objetivo de alcanzar un consenso sobre una estrategia hasta 2030 que garantice la movilización de 200 mil millones de dólares al año. Esta cantidad se considera la inversión mínima necesaria para cambiar la actual trayectoria de pérdida de biodiversidad.
Además, es importante completar el marco de supervisión del GBF. En los debates de Roma también se examinará la posibilidad de crear un instrumento financiero que garantice una movilización, un desembolso y un suministro de recursos rápidos y eficientes.
Restaurar, conservar y gestionar la biodiversidad no es una tarea fácil y requiere un equilibrio entre políticas económicas, sociales y medioambientales. Supone un gran desafío para muchos países, especialmente para los países en desarrollo. En este contexto volátil, la confianza entre los participantes del CDB se ve aún más erosionada.
El cambio climático, la contaminación, la deforestación y la caza excesiva de animales silvestres siguen causando estragos en el planeta, llevando a muchas especies al borde de la extinción. Mientras la Madre Naturaleza sigue pidiendo ayuda, la reunión de Roma desempeña un papel cada vez más importante, no solo para reducir las diferencias financieras, sino también para orientar los esfuerzos de la comunidad internacional hacia la armonía con la naturaleza, tema principal de la propia COP 16.