Los impactos de la pandemia del Covid-19 y el conflicto entre Rusia y Ucrania son la causa de la escalada incesante de los precios y la alta inflación que asolan a la economía japonesa. Según estadísticas del gobierno japonés, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) subyacente de Tokio para septiembre, que excluye los costes volátiles de los alimentos frescos, aumentó tres por ciento con respecto al año anterior, superando el objetivo del dos por ciento del banco central por sexto mes consecutivo y marcando la mayor subida desde 2014.
En medio de la creciente inflación y el debilitamiento de la moneda nacional, el Gabinete japonés aprobó un plan de reimpulso económico por más de 71 billones 600 mil millones de yenes (más de 490 mil millones de dólares) para frenar la subida de los precios y revitalizar la economía, de los cuales 39 billones de yenes (260 mil millones de dólares) se destinaron al gasto público y el resto al sector privado.
Los datos señalan que el “huracán de precios" es extremadamente severo en Tokio. En octubre, en la capital japonesa, los alimentos, a excepción de los productos frescos, subieron 5,9 por ciento. Las facturas de energía también crecieron 24,2 por ciento.Los economistas esperan que el IPC subyacente de Japón suba desde ahora hasta finales del año y que el consumo de energía aumente a medida que entre el invierno.
La escalada de precios y la inflación han afectado de manera negativa a los hogares y las empresas en el territorio del Sol Naciente. Otra consecuencia de la inflación es que en lo que va de año, la moneda japonesa acumula una depreciación del 30 por ciento frente al dólar estadounidense.
En los últimos días, en el mercado de Tokio, el yen se debilitó más allá del nivel psicológico clave de 150 unidades por dólar a pesar de las reiteradas advertencias de las autoridades financieras japonesas de intervenir para detener la caída de la moneda nacional. La causa principal radica en la subida de la rentabilidad de los bonos aplicadas por el gobierno estadounidense, que ha empujado a los inversores a vender yenes para comprar dólares.
En medio de la creciente inflación y el debilitamiento de la moneda nacional, el Gabinete japonés aprobó un plan de reimpulso económico por más de 71 billones 600 mil millones de yenes (más de 490 mil millones de dólares) para frenar la subida de los precios y revitalizar la economía, de los cuales 39 billones de yenes (260 mil millones de dólares) se destinaron al gasto público y el resto al sector privado.
En virtud del ese paquete de estímulo económico, el gabinete nipón prevé subsidiar siete yenes por kilovatio-hora para los hogares y 3,5 yenes por kilovatio-hora para las empresas. Un hogar en Japón será subvencionado con dos mil 800 yenes mensuales por electricidad y 900 yenes por gas. El gobierno también extenderá el programa de subvenciones a importadores y mayoristas de combustible para reducir el precio minorista de la gasolina y el petróleo hasta 2023 e implementar medidas destinadas a alentar a las empresas a aumentar los salarios de sus empleados.
La administración del primer ministro Fumio Kishida estima que esta "dosis de refuerzo" ayudará a elevar el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de Japón a un 4,6 por ciento. Por su lado, el BOJ decidió continuar con su política monetaria ultralaxa para apoyar el crecimiento económico. El Consejo de Políticas de esa institución financiera elevó su pronóstico de inflación de Japón en el año fiscal en curso, que finaliza el próximo mes de marzo, del 2,3 al 2,9 por ciento, al tiempo que rebajó su previsión de crecimiento de la economía nacional del 2,4 al 2,0 por ciento.
Actualmente, el BOJ mantiene sin cambios su objetivo del -0,1 por ciento para los tipos de interés a corto plazo y su promesa de situar el rendimiento de los bonos a 10 años en torno al cero por ciento para recuperar la economía. Sin embargo, según analistas, la decisión de la entidad crediticia japonesa de mantener su orientación a favor de la relajación monetaria podría aumentar la presión a la baja sobre el yen.
La política ultralaxa del BOJ ha llevado al Gobierno a intervenir en el mercado con la venta de dólares para comprar yenes. El presidente de la Federación Empresarial de Japón, Masakazu Tokura, dijo la semana pasada que fue "poco realista" tratar de controlar el tipo de cambio a través de tales ajustes en las tasas de interés.
Al parecer, las políticas del Gobierno japonés para combatir la inflación y reanimar la economía, aunque bastante fuertes, no han sido capaces de garantizar las perspectivas de crecimiento y la estabilidad macro para la tercera economía del mundo. En un futuro cercano, es posible que el BOJ necesite ajustar las tasas de interés y que el gobierno japonés tenga que actuar de manera más drástica para frenar el "huracán de precios".