Al evaluar las perspectivas de la economía europea, el jefe del departamento Europa del FMI, Alfred Kammer, destacó que a pesar de una fuerte caída este año, la mayoría de las economías europeas evitarán la recesión. La institución financiera internacional prevé que la Eurozona crezca 0,8 por ciento este año.
Según Kammer, el FMI aumentó su pronóstico de crecimiento económico para la Eurozona basándose en un invierno más cálido y una acción decisiva por parte de los políticos del continente.
Según las previsiones del FMI, Alemania es el único país de la Eurozona que entrará en recesión este año. Expertos del ente aseguraron que las perspectivas económicas de esta nación no son halagüeñas por depender más del suministro de gas ruso que otros países europeos.
Sin embargo, los síntomas de la primera economía de Europa revelan que su panorama económico no es tan sombrío como evalúa el FMI.
Según el Ministerio de Economía alemán, la economía alemana ha tenido un sólido comienzo de año, ha tenido un inicio de año favorable con un crecimiento de la producción industrial y la construcción, la progresiva eliminación de los cuellos de botella en el suministro de materias primas y la bajada de los precios de la energía como consecuencia del buen tiempo.
Adicionalmente, se prevé que la confianza del consumidor continúe recuperándose en los próximos meses. La tasa de inflación de Alemania continuará disminuyendo, aunque todavía estará en un nivel alto.
De acuerdo con un informe del Ministerio de Economía alemán publicado el 14 de abril, este país parece haberse evitado el riesgo de una recesión técnica (dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo).
La situación inflacionaria también estuvo muy caliente en otros países de la Eurozona en 2022, pero se ha calmado.
Según las previsiones, el Producto Interno Bruto de la mayor economía europea aumentará 0,1 por ciento en el primer trimestre, tras registrar un descenso del 0,4 por ciento en el cuarto trimestre de 2022. Los principales institutos económicos del país pronostican que la economía nacional podría crecer 0,3 por ciento en 2023.
La situación inflacionaria también estuvo muy caliente en otros países de la Eurozona en 2022, pero se ha calmado.
Al hablar en las Reuniones de Primavera del Grupo Banco Mundial y el FMI el 14 de abril, la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, resaltó que es probable que la tasa de inflación en la Eurozona caiga en los próximos meses.
El BCE confirmó que la inflación en la Eurozona promediará 5,3 por ciento en 2023, muy por encima de su objetivo del dos por ciento. Después de eso, se prevé que la inflación caiga al 2,9 por ciento en 2024 y al 2,1 por ciento en 2025.
De hecho, los precios de consumo básicos anuales regionales subieron un 6,9% en marzo, por debajo del 8,5% de febrero y alcanzando el nivel más bajo en un año. Además, esta cifra es muy inferior al récord del 10,6% observado en octubre de 2022.
Además, el BCE confirmó que la tasa media de inflación de la eurozona será del 5,3% en 2023, muy por encima de su objetivo del 2%. Después, se prevé que la inflación descienda al 2,1% en 2025 y al 2,9% en 2024.
Pero a pesar de esta perspectiva de la economía regional, los miembros de la Unión Europea aún enfrentan muchos desafíos porque aún es muy débil el crecimiento, los riesgos financieros todavía son grandes y la "tormenta inflacionaria" podría volver a echar por tierra los esfuerzos de los gobiernos.
La directora del FMI, Kristalina Georgieva, ratificó que la economía mundial ha demostrado una resistencia notable frente a golpes repetidos, pero aún no ha demostrado que puede lidiar al mismo tiempo con un crecimiento débil y una inflación persistente.
La economía europea enfrenta una coyuntura similar. La presidenta del BCE predijo que la inflación en la Eurozona seguirá cayendo, pero también advirtió que las perspectivas continúan bajo la amenaza por la incertidumbre, incluidos los riesgos a la baja.
Un aumento salarial superior al previsto podría desencadenar la subida de la tasa de inflación, mientras que las tensiones en los mercados financieros o una rápida caída de los precios de la energía podrían frenarla.
Además, el conflicto entre Rusia y Ucrania, que entra en su segundo año, también podría provocar una nueva crisis energética en Europa y hacer vanos los esfuerzos por combatir la inflación y elevar el crecimiento económico.
Semejante panorama evidencia que la economía del Viejo Continente solo avizora perspectivas de escapar de una crisis, pero aún no ha entrado en una fase sólida de recuperación. En ese contexto, además de utilizar "drogas energizantes", los países europeos deben hacer esfuerzos para garantizar un entorno relativamente estable para la recuperación firme de las economías.