Política migratoria: precaución y seguridad

Varios países están implementando diversas soluciones para estabilizar la situación en las fronteras y hacer frente a los retos sociales asociados a la migración. Algunos países occidentales, por ejemplo, han decidido reubicar a los migrantes en otros países. Sin embargo, esta política se enfrenta a una fuerte oposición debido a los riesgos que conlleva.

Migrantes rescatados por la guardia costera de Túnez en aguas del Mediterráneo. (Foto de archivo: VNA)
Migrantes rescatados por la guardia costera de Túnez en aguas del Mediterráneo. (Foto de archivo: VNA)

Desde el regreso del presidente Donald Trump a la Casa Blanca, Estados Unidos ha alcanzado acuerdos que permiten la expulsión de migrantes extranjeros hacia países como Sudán del Sur, Esuatini y Ruanda. Sin entrar en la efectividad de estas políticas, la “justicia y ética” de estos acuerdos preocupa a muchos, ya que entre los deportados hay personas que ni siquiera provienen de esos países africanos.

De hecho, la política de expulsar migrantes a terceros países no es nueva. Ya antes El Reino Unido ya había seguido un enfoque similar mediante un acuerdo con Ruanda.

No obstante, este plan enfrenta numerosos desafíos legales y políticos. A pesar de ello, el Reino Unido continúa intentando firmar acuerdos con Francia para devolver a los migrantes a territorio francés. Entretanto, Italia, otro país europeo, abrió centros de acogida en Albania en 2024, que se consideran puntos de partida para la repatriación de migrantes.

Aunque la política de “trasladar la carga migratoria fuera de las fronteras” ha generado opiniones encontradas, varios países europeos insisten en aplicar medidas similares.

La Comisión Europea ha advertido recientemente de que estas acciones podrían constituir graves violaciones de los derechos humanos. Los migrantes transferidos a terceros países no solo corren el riesgo de ser torturados, sino también de sufrir detención arbitraria, deportación masiva y denegación de asilo y asistencia legal.

En una declaración el 4 de septiembre, el comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Michael O'Flaherty, subrayó que esta política podría poner en riesgo a los migrantes y exponerlos a daños graves y sufrimiento prolongado.

La declaración se emitió tras la publicación de un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que indicaba que actualmente hay más personas viviendo fuera de sus países de origen que nunca. Muchos se han visto obligados a emigrar para escapar de conflictos, violencia o desastres naturales. Otros buscan escapar de la injusticia o la pobreza. Otros simplemente desean reunirse con sus familias.

Sin embargo, el viaje hacia una vida mejor no es fácil y, en ocasiones, deja huellas imborrables. La experiencia migratoria tiene un gran impacto en la salud mental de los refugiados.

El informe de la OMS indica que los migrantes que se enfrentan a adversidades tienen un riesgo mucho mayor de sufrir depresión, ansiedad, psicosis y otros trastornos mentales que la población local. Entre estas adversidades se incluyen experiencias traumáticas en sus países de origen, así como situaciones de violencia, detención, falta de servicios básicos e incluso políticas migratorias restrictivas del país de destino, además de las malas condiciones de vida y trabajo en su nuevo entorno.

La inmigración sigue siendo uno de los temas más controvertidos en muchos países occidentales. La efectividad de las medidas para abordar este problema también es sintomática del nivel de confianza del pueblo hacia sus gobiernos.

Ciertamente no es fácil gestionar la inmigración, especialmente en medio de un escenario político mundial marcado por numerosos conflictos. La advertencia de la Comisión Europea sirve como recordatorio de que, detrás de cada decisión sobre cómo tratar a los migrantes, hay vidas humanas.

Si se considera la expulsión únicamente como una solución técnica, la “puerta” entre países puede convertirse inadvertidamente en una nueva “frontera” que perpetúe la injusticia y el sufrimiento.

Para mantener y proteger el sistema de asilo, una de las claves fundamentales es repatriar a los migrantes con precaución y seguridad.

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