Según los analistas, los países del Golfo, ricos en petróleo, son un objetivo cada vez más relevante en la actual política exterior de Washington. El presidente Trump ha mantenido vínculos estrechos con la región desde su primer mandato. Arabia Saudí fue el primer destino extranjero de su gira en calidad de inquilino de la Casa Blanca en 2017. El príncipe heredero y primer ministro saudí, Mohammad bin Salmán Al Saud, fue también el primer líder extranjero en hablar por teléfono con Trump tras su regreso al poder en enero de 2025.
El objetivo del actual periplo del presidente Trump es fortalecer los lazos económicos de Estados Unidos con dicho reino, de enorme potencial, así como recabar apoyo a su política en varios "sitios caldeados" de Oriente Medio. Según la Casa Blanca, esta actividad marcará el inicio de una "era dorada" en las relaciones entre Estados Unidos y Oriente Medio.
Para Washington, esto se traduce, ante todo, como una era de prosperidad económica. Los analistas consideran que el cumplimiento de tal objetivo es extremadamente fiable, puesto que los tres países mencionados se han comprometido a invertir miles de millones de dólares en empresas e infraestructuras estadounidenses. Apenas unos meses antes de la gira, Arabia Saudí anunció que destinaría 600 mil millones de dólares al mercado estadounidense en cuatro años. Entretanto, los EAU ofrecieron 1,4 billones de dólares para un plazo de diez años.
Beneficios económicos aparte, la gira supone una oportunidad para que Estados Unidos destaque en la coordinación y el manejo de numerosos problemas urgentes en la región. Los países del Golfo han demostrado su capacidad para mediar con dinamismo en los conflictos y tensiones de Oriente Medio y el resto del mundo, incluyendo la disputa en la Franja de Gaza, la situación en Siria y el programa nuclear de Irán. Recientemente, Arabia Saudí fue sede de las negociaciones impulsadas por Estados Unidos para poner fin al conflicto en Ucrania. Mientras tanto, Catar es considerado una pieza clave en la coordinación de diálogos entre Israel y el movimiento islamista Hamás referentes al alto el fuego y la liberación de rehenes en la Franja de Gaza.
La presencia del mandatario estadounidense abrirá a los países del Golfo valiosas oportunidades de cooperación, incluso privilegios en sus nexos con la mayor potencia económica del planeta. Además de una garantía de seguridad, se trata de beneficios en comercio e inversión. El Foro de Inversión Arabia Saudí-Estados Unidos, recién celebrado en ese primer país, acaparó la atención de los medios y reunió a altos funcionarios y numerosas empresas líderes de ambas naciones. Según la prensa anfitriona, los múltiples acuerdos firmados durante el evento puso cimientos sólidos a la cooperación bilateral en industria y sectores emergentes.
En el caso de los EAU, su aspiración de convertirse en una potencia mundial en inteligencia artificial para 2031 sería inalcanzable sin el respaldo de Estados Unidos. No obstante, tiene dificultades para acceder a tecnologías de ese país debido a las estrictas medidas de control de la exportación de chips avanzados de IA impuestas por la administración del expresidente Joe Biden. Los países del Golfo esperan así alguna relajación de tales restricciones gracias a la actual gira del presidente Trump. Este sería un gran paso para que los EAU y otros Estados de la región accedan a las tecnologías que desean y materialicen su anhelo de transformar sus economías y reducir la dependencia de los ingresos procedentes del petróleo.
Los vínculos entre Estados Unidos y los países del Golfo avizoran una oportunidad crucial, que ayudará a las partes a sacar mejor provecho de su potencial de cooperación en múltiples ámbitos. En este contexto, la gira del presidente Trump no solo reafirma el papel núcleo de Washington en la región, sino que también ofrece una relación beneficiosa para todas las partes involucradas.