En un momento en que los cimientos de la paz se tambalean, la inteligencia artificial, un logro revolucionario de la humanidad, se está militarizando a un ritmo alarmante. Según el secretario general de la ONU, ya se observan indicios de nuevas carreras armamentísticas, incluso en el espacio exterior. En este contexto, la comunidad internacional sigue instando a los países a cumplir los compromisos sobre el desarme y la no proliferación nuclear acordados en conferencias anteriores.
A ocho décadas de estos devastadores de tales actos genocidas, los testimonios de los supervivientes siguen recordando al mundo las dolorosas lecciones que no deben repetirse.
El 6 de agosto de 1945, en Hiroshima, Michiko Kodama, de siete años, dudaba entre salir corriendo o quedarse y buscar refugio cerca de la ventana del aula. De repente, un destello amarillo, naranja y plateado iluminó todo, algo indescriptible. La ventana estalló en pedazos. La niña se metió debajo del escritorio y perdió el conocimiento.
La primera bomba atómica utilizada en una guerra destruyó una vasta área de Hiroshima y mató a aproximadamente 135 mil personas, marcando una de las páginas más oscuras de la historia de la humanidad. Tres días después, la segunda bomba atómica fue lanzada sobre Nagasaki.
Japón denomina "hibakusha" a los sobrevivientes de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki en 1945, así como a quienes sufrieron las consecuencias de las radiaciones. Kazumi Kuwahara, de 29 años, una hibakusha de tercera generación, luchó contra enfermedades graves durante sus veintes. Cuando nació, los médicos dijeron que no viviría más de tres días.
Las historias de Michiko Kodama y Kazumi Kuwahara reflejan las profundas secuelas de la catástrofe nuclear. Muchos hibakusha sienten que, de alguna manera, los bombardeos atómicos de hace 80 años aún "no han terminado y que siguen "viviendo en la oscuridad". Sus testimonios son también una advertencia sobre los desastres imprevisibles que podrían ocurrir si el mundo no sigue esforzándose por sanar las divisiones actuales. Esta advertencia cobra especial relevancia en un momento en que el conflicto en Ucrania entra en su cuarto año y las tensiones podrían escalar en cualquier momento debido a decisiones apresuradas o errores de cálculo por parte de las partes involucradas.
Mientras tanto, los conflictos en Oriente Medio siguen preocupando al mundo por el riesgo de que los enfrentamientos se salgan de control y se conviertan en una guerra a gran escala.
Los conflictos sin resolver persisten y los mecanismos de seguridad para mantener la paz mundial se están debilitando. Desde las negociaciones de desarme estancadas en Ginebra (Suiza) hasta el aumento drástico de los presupuestos militares, parece que el objetivo ya no es la eliminación o reducción de armas. En cambio, muchos expertos temen que se esté gestando una nueva carrera armamentística.
En febrero de 2025, durante la Conferencia de Desarme en Ginebra, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, advirtió de que los acuerdos de seguridad bilaterales y regionales, que han sustentado la paz y la estabilidad mundiales durante décadas, se están erosionando. La confianza entre las naciones se está deteriorando, lo que está provocando un aumento de la inestabilidad, la inseguridad y los gastos militares. Estos factores están debilitando el "espíritu de contención mutua", que ha sido crucial para evitar tensiones y escaladas de conflictos.
En un momento en que los cimientos de la paz se tambalean, la inteligencia artificial, un logro revolucionario de la humanidad, se está militarizando a un ritmo alarmante. Según el secretario general de la ONU, ya se observan indicios de nuevas carreras armamentísticas, incluso en el espacio exterior. En este contexto, la comunidad internacional sigue instando a los países a cumplir los compromisos sobre el desarme y la no proliferación nuclear acordados en conferencias anteriores.