Dirigentes de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), el Programa Mundial de Alimentos y la Organización Mundial del Comercio emitieron recientemente la segunda declaración conjunta exhortando a tomar medidas urgentes para abordar la crisis mundial de seguridad alimentaria.
Aunque en su opinión el mercado alimentario había mejorado en comparación con abril último, cuando salió la primera declaración, el hecho de que promulgaron otro enunciado conjunto muestra que el mantenimiento de la seguridad alimentaria es un camino largo y espinoso.
De acuerdo con el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, hay suficiente comida para 2022, pero el reto radica en la distribución. En caso de ser inestable la situación, el planeta correrá el riesgo de escasez de alimentos en el próximo año.
El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, subrayó que mientras haya hambre no habrá paz y sin paz seguirá habiendo hambre. El canciller de Alemania, Olaf Scholz, consideró que la seguridad alimentaria todavía es un problema de especial emergencia pese al compromiso del Grupo de los Siete (G7) de destinar cinco mil millones de dólares a abordarlo.
Estadísticas del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia y la FAO revelaron que en 2021 de 700 millones a 830 millones de personas, el 9,8 por ciento de la población mundial, se vieron afectadas por el hambre. La cifra supera en 150 millones a la registrada en 2019 y en 46 millones a la de 2020.
Para aliviar las inquietudes por el tema, países y organizaciones internacionales han accionado con vehemencia.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció que añadirá dos mil 900 millones de dólares a su paquete de seis mil 900 millones tendiente a reforzar la seguridad alimentaria este año, con la esperanza de proteger a los grupos más vulnerables a la hambruna.
Su homólogo de Francia, Emmanuel Macron, se comprometió a financiar el envío de trigo ucraniano a Somalia, donde hace estragos ese flagelo social.
El BM despliega un programa valorado en 30 mil millones de dólares en respuesta a la referida crisis. El FMI contribuye con propuestas destinadas a amortiguar el shock utilizando las herramientas de préstamo urgente. La FAO ofrece una serie de recomendaciones sobre las políticas y el mapeo de nutrientes del suelo para aumentar la eficacia de los fertilizantes en la producción de alimentos.
Entre tanto, Indonesia ha preparado un presupuesto de 95 billones de rupias (unos seis mil 320 millones de dólares), listo para hacer frente al riesgo de una crisis alimentaria en 2023.
El copioso paquete se empleará para mantener la seguridad alimentaria doméstica y prevenir sucesos inesperados, según indicó el Ministerio de Finanzas del país más poblado del Sudeste Asiático.
Mientras, a la cartera de Agricultura se le encargó utilizar esos fondos para mantener una producción estable de alimentos prioritarios y diversificar los locales en aras de mejorar el valor agregado, la competitividad y la exportación del rubro agrícola.
Especialistas subrayaron que, en un contexto marcado por conflictos, epidemias y fenómenos meteorológicos extremos a raíz del cambio climático, las medidas de enfrentamiento a la inseguridad alimentaria revisten un carácter apremiante para evitar el “gruñido del estómago” a los segmentos poblacionales vulnerables.