Polonia ha desplegado temporalmente decenas de puestos de control en sus fronteras con Alemania y Lituania en un intento por controlar y prevenir la inmigración ilegal y el tráfico de personas. La medida está programada para terminar el 5 de agosto, pero es posible que se extienda. Según el primer ministro, Donald Tusk, Varsovia se ve obligada a dar este paso porque la llegada masiva de inmigrantes ilegales ha tenido graves consecuencias para la economía y la sociedad del país báltico.
El mismo flujo migratorio es la razón por la que numerosos países europeos han endurecido los controles fronterizos en los últimos tiempos. Además de la protección de la seguridad nacional, el auge del populismo en Europa ha obligado a los líderes europeos a ponerse firmes en materia de inmigración.
Entretanto, Alemania ha ido prorrogando y ampliando continuamente los controles temporales en sus fronteras con Polonia y la República Checa desde 2023. Otros países del espacio Schengen, como Austria, Dinamarca, Francia, Noruega, Italia y Suecia, también han adoptado medidas similares. El Gobierno esloveno anunció recientemente la imposición de controles en la frontera interior con Croacia y Hungría hasta el 21 de diciembre, debido a los crecientes riesgos de inseguridad, especialmente los relacionados con el terrorismo.
Tal situación crea una paradoja en Europa y en su mecanismo diseñado para el tránsito libre de cientos de millones de ciudadanos. La instalación de una barrera tras otra contradice el valor original del espacio Schengen. Según las normas de la Unión Europea (UE), los controles fronterizos interiores solo se permiten en casos de emergencia y deben ser provisionales.
Sin embargo, las recientes medidas de control se repiten de manera constante, un ejemplo de lo cual ha sido Francia en los últimos 10 años. A juicio de la profesora asociada Birte Nienaber, de la Universidad de Luxemburgo, la “era sin fronteras” en Europa se está erosionando.
Desde su creación en 1985, el espacio de libre circulación de Schengen se ha consolidado como un símbolo de la profunda integración europea. Actualmente cuenta con 29 miembros y es el área más extensa de su tipo en el mundo. Permite el tránsito de cientos de millones de personas entre los Estados miembro sin necesidad de visado y desempeña un papel importante a la hora de impulsar el crecimiento económico de la región.
Según la UE, la abolición de los controles fronterizos interiores fomenta un vigoroso intercambio comercial entre los Estados miembros. En 2024, la actividad comercial superó los 4,1 mil millones de euros. Cada año, esta región recibe a cientos de millones de turistas internacionales, aproximadamente el 40 por ciento del total mundial.
De ahí la preocupación de los expertos por el futuro de Schengen, que podría desvanecerse en un contexto marcado por las prolongadas barreras fronterizas. Katarina Barley, vicepresidenta del Parlamento Europeo, ha señalado que los controles fronterizos tienen un efecto dominó y afectan negativamente al sistema Schengen. Esta práctica interrumpe el flujo de mercancías, rompe la cadena de suministro, aumenta los costes de transporte y plantea dudas sobre la integridad y el futuro del espacio.
A medida que proliferan las inquietudes sobre la seguridad en Europa, el espacio continental de libre circulación Schengen se enfrenta a numerosos desafíos. Las opiniones especializadas indican que, en pos de una Europa sin fronteras, la UE debe buscar una solución integral al problema de la migración para evitar que la situación de "cada uno haga lo suyo" agriete la solidaridad intracomunitaria.