Desde Asia hasta Europa y América, la población se enfrenta a condiciones climáticas cada vez más hostiles. Las recientes e devastadoras inundaciones en el estado de Texas (Estados Unidos) se consideran una de las más devastadoras de los últimos cien años.
Los expertos señalan que el cambio climático es la principal causa del aumento de las temperaturas, lo que genera lluvias más intensas. Gregory Pierce, codirector del Centro de Innovación Luskin de la Universidad de California en Los Ángeles, advirtió que el número de muertes por inundaciones en Estados Unidos seguirá aumentando debido al calentamiento global y a la falta de inversión en sistemas de alerta temprana.
Entretanto, millones de personas en Europa, Asia y África soportan olas de calor abrasadoras. El pasado mes de junio se batieron récords históricos de temperatura en todos los continentes.
En Corea del Sur, el número de pacientes con enfermedades relacionadas con el calor ha aumentado un 83 por ciento en comparación con el mismo período de 2024, debido a una ola de calor inusualmente temprana.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) subrayó que el mundo debe aprender a convivir con olas de calor más prolongadas.
En las cumbres climáticas se presentaron numerosos compromisos internacionales de acción. Aunque la concienciación comunitaria ha mejorado en los últimos años, la creciente intensidad de los fenómenos extremos demuestra que las acciones concretas siguen siendo insuficientes.
Uno de los temas más controvertidos en estas reuniones sigue siendo la financiación climática. La próxima Conferencia de las Partes (COP30) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se celebrará en Brasil en noviembre, no será una excepción.
En la COP29, los países desarrollados se comprometieron a elevar la financiación climática a 300 mil millones de dólares anuales para 2035, una cifra que los expertos consideraron muy inferior a las necesidades reales.
Según las estimaciones, los países en desarrollo necesitarán aproximadamente 1,3 billones de dólares anuales en 2035 para poner en marcha medidas efectivas y hacer frente a desastres naturales cada vez más graves.
El país anfitrión de la COP30, Brasil, ha declarado su determinación para que esta edición suponga un hito histórico en la renovación de los compromisos climáticos. El Gobierno brasileño ha advertido de que la crisis climática ha alcanzado su punto crítico y de que, si no se controla el calentamiento global, el planeta sufrirá transformaciones devastadoras que afectarán a todos los aspectos de la sociedad, desde la economía y el medio ambiente hasta la vida diaria de cada familia.
La necesidad de respuestas más rápidas y eficaces ante los desastres naturales también suscita gran interés entre los asistentes.
La experta Jess Neumann, de la Universidad de Reading (Reino Unido), afirmó que las inundaciones en Texas plantean interrogantes fundamentales sobre la eficacia de los sistemas de alerta temprana y los planes de emergencia. Es necesario fortalecer la preparación de la comunidad, la concienciación sobre los riesgos y las habilidades de evacuación, así como la infraestructura sanitaria.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) informa que, a pesar de la creciente frecuencia de olas de calor extremas, tan solo 21 de los 57 países europeos han desarrollado planes de acción nacionales para hacer frente a las temperaturas extremas. En muchos países aún faltan sistemas públicos de refrigeración o campañas informativas que alerten sobre los riesgos del golpe de calor.
El secretario general de la ONU, António Guterres, ha subrayado que actuar frente al cambio climático no es una opción, sino una obligación, ya que el tiempo se agota. La simultaneidad de fenómenos climáticos extremos en los últimos meses ha dejado al descubierto una verdad alarmante: el cambio climático avanza a un ritmo acelerado y el mundo ya no puede permitirse más demoras.