El retraso en bajar los tipos de interés en las economías desarrolladas, la preocupación por las restricciones comerciales globales y la disminución de la ayuda al desarrollo exterior son las razones por las que el BM ajustó las perspectivas de crecimiento económico para América Latina y el Caribe.
Según el pronóstico, el Producto Interno Bruto de la región crecería un 2,1 por ciento en 2025 y un 2,4 por ciento en 2026. La previsión de las economías más grandes de la región, Brasil y México, ha bajado considerablemente en comparación con la cifra pronosticada en enero.
Se prevé que México no crecerá este año, después de haber estimado un 1,5 por ciento, mientras que la estimación del PIB de Brasil se ha reducido del 2,2 al 1,8 por ciento. Argentina, que este mes firmó un acuerdo de 20 mil millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI), proyecta un crecimiento del 5,5 por ciento para 2025, frente al 5,0 por ciento anterior. Colombia lo hará en un 2,4 por ciento, Chile, 2,1 ; Perú 2,9; Ecuador, 1,9; y Panamá y Paraguay, 3,5.
En medio de una creciente demanda de inversión, el gasto público sigue siendo motivo de preocupación. El BM pronostica que la relación entre deuda y PIB en la región aumentará del 59,4 por ciento en 2019 al 63,3 por ciento en 2024. Además, el desarrollo de la inteligencia artificial (IA), una preocupación para algunas industrias de las economías desarrolladas, avanza a un ritmo más lento en esta región, donde solo entre el 26 y el 38 por ciento de los empleos están relacionados con la IA.
Según los especialistas, en medio del considerable cambio de la economía mundial, que se caracteriza por la creciente inestabilidad, los países latinoamericanos deben impulsar tanto la productividad como la flexibilidad de su economía. Para ello, deben ajustar su estrategia e impulsar drásticamente la renovación para aumentar la productividad y la competitividad.
Sin embargo, el economista jefe del BM para América Latina y el Caribe, William Maloney, afirma que el acceso a la tecnología y la optimización de la escala económica demuestran que el comercio y la inversión extranjera directa son fundamentales para promover el crecimiento en América Latina y el Caribe. El fortalecimiento y la expansión de los mercados y la exportación de servicios, así como la reubicación de recursos, brindan más oportunidades a la región.
Los expertos indicaron que, en medio de los considerables cambios de la economía global, caracterizados por la creciente inestabilidad, los países latinoamericanos deben impulsar tanto la productividad como la flexibilidad de su economía. Para ello, deben ajustar su estrategia e impulsar drásticamente la renovación para aumentar la productividad y la competitividad.
América Latina y el Caribe se enfrentan a una serie de desafíos, como la migración masiva y la nueva política de expulsión de Estados Unidos, el impacto de los aranceles del 10 por ciento impuestos a los productos de la región, los crímenes transnacionales, la pobreza y la desigualdad.
El arancel básico del 10 por ciento impuesto por Estados Unidos a la mayoría de los países de América Latina podría poner en riesgo las exportaciones de productos agrícolas, un sector clave para la economía de países como Brasil, Colombia, Ecuador y Perú, que dependen en gran medida del mercado estadounidense para productos como el café, las frutas y las flores.
Ante tal situación, el principal obstáculo para la mayoría de los países latinoamericanos es la diversificación de mercado y la búsqueda de alternativas para mantener la competitividad en medio del alza de los aranceles.
Al asumir la presidencia rotativa de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, Colombia propuso crear grupos de trabajo para apoyar el desarrollo de la región, centrándose en tres pilares principales: la promoción de la integración internacional, la protección medioambiental y el desarrollo sostenible, y la aplicación de la tecnología digital en función de dichos objetivos.
Ante tan desafiantes perspectivas económicas, los estados latinoamericanos y caribeños deben adoptar sus propias políticas y aumentar el diálogo político, la cooperación y la unidad regional.
Los 33 miembros del bloque planean impulsar la cooperación multilateral a través de iniciativas de conectividad regional, como el desarrollo de redes de energía renovable y sistemas de cables ópticos transfronterizos, para fortalecer los lazos entre las economías miembros, algo clave para estimular el crecimiento económico y lograr la prosperidad compartida.