En un informe preparado para las reuniones de primavera del FMI y el Banco Mundial (BM) de la próxima semana, los expertos afirman que la amenaza a la estabilidad se está extendiendo a los canales financieros. En un contexto configurado por la crisis del sistema bancario mundial, la cuestión de la estabilidad financiera dominará los debates.
La fragmentación de la economía mundial en bloques geopolíticos está relacionada desde hace tiempo con el aumento de los costes, los conflictos económicos y el descenso del PIB, según el FMI. Esto podría dar lugar a una menor competitividad del comercio y del sistema tecnológico.
El FMI advirtió en su último informe de que el aumento de las tensiones podría provocar la salida de capitales extranjeros, incluidas inversiones directas, con un alto riesgo en los países emergentes y en desarrollo.
También apuntó que la reciente agitación del sistema bancario de Estados Unidos y Europa podría extenderse a importantes instituciones no bancarias como los fondos de pensiones, lo que complicaría aún más la lucha contra la inflación de los bancos centrales. De acuerdo con los economistas del IMF, los riesgos en el sector bancario aumentarían en los próximos meses a medida que la política monetaria continúe endureciéndose a nivel mundial y se extienda al sector no bancario, depositario de casi la mitad de los activos financieros mundiales.
El impacto de la inestabilidad en el sistema financiero global parece más evidente en la región donde se centran los países en desarrollo. El Banco Mundial pronosticó que el crecimiento económico en África subsahariana se desacelerará al 3,1 por ciento en 2023, desde el 3,6 por ciento en 2022.
Según el BM, la deuda y la inflación sigue siendo alta en 22 países de dicha religión y también la inflación con un promedio de 7,5 por ciento en 2023, muy por encima de la meta de contención establecida por la mayoría de las naciones. El crecimiento de inversión aquí se ha desacelerado claramente, pasando del 6,8 por ciento en 2010-2013 al 1,6 por ciento en 2021.
El BM también elevó levemente su pronóstico de crecimiento económico en 2023 de América Latina y el Caribe al 1,4 por ciento, 0,1 más que en enero de este año. Las economías de esa región se han recuperado a los niveles anteriores a la pandemia de Covid-19, pero el incremento es insuficiente para lograr avances notables en la lucha contra la pobreza, promover la integración y calmar las tensiones sociales.
América Latina tiene varias limitaciones en la promoción de la inversión en infraestructura y servicios. Durante los últimos años la región ha invertido una media del 3,5 por ciento del PIB en infraestructura, mientras en Asia o África ese indicador fue del siete por ciento.
Las perspectivas de crecimiento de las economías asiáticas en desarrollo parecen más positivas que las de América Latina y el Caribe, ya que el Banco Asiático de Desarrollo (BAD) les auguró un aumento del 4,8 por ciento en 2023, superior al 4,6 por ciento previsto en diciembre de 2022. Las perspectivas económicas de las economías en desarrollo en Asia han mejorado significativamente gracias a la rápida apertura de China después de la pandemia de Covid-19, apuntó el Banco.
Para reaccionar rápidamente ante situaciones adversas, el FMI recomienda a los reguladores verificar el nivel de presión y estudiar los efectos de las crecientes tensiones geopolíticas en el sistema financiero.
Por lo tanto, los políticos deben fortalecer los mecanismos de respuesta a la crisis, a través de sistemas de provisión de crédito de instituciones internacionales como el FMI. Las economías dependientes de financiamiento externo necesitan fortalecer las reservas de divisas, el capital y la liquidez en las instituciones financieras.