Inflación amenaza Europa

La inflación en la zona del euro (Eurozona) ha alcanzado un nivel récord desde 1997. En otros países europeos también escalan los precios y dispara la inflación, lo que dificulta implementar los paquetes de estímulo a la demanda económica.

Un ciudadano de compras en un mercado al aire libre en Roma, Italia, el 12 de marzo de 2021. (Fotografía: Reuters)
Un ciudadano de compras en un mercado al aire libre en Roma, Italia, el 12 de marzo de 2021. (Fotografía: Reuters)

La Oficina Europea de Estadísticas (Eurostat) informó que la tasa de inflación de la Eurozona en diciembre de 2021 experimentó un aumento interanual del cinco por ciento, la más alta desde 1997. Estonia y Lituania encabezaron el indicador con 12 y 10,7 por cientos, respectivamente, aunque el fenómeno también fue preocupante en otras naciones de la región como España (6,7) y Alemania (5,7).

De acuerdo con la Oficina Federal de Estadística de Alemania, la inflación en esta economía, considerada la locomotora de Europa, rozó su nivel más alto desde 1993. A saber, promedió un 3,1 por ciento, el mayor incremento en los últimos casi 20 años.

En el Reino Unido, otra potencia del continente, pero separada de la Unión Europea, los precios subieron hasta un 3,5 por ciento en el último mes de 2021, la cifra más elevada desde inicios de 2020. Analistas advirtieron que la inflación podría seguir al alza en abril próximo y que los consumidores enfrentarán aumentos de los impuestos y los gastos de energía.

Según economistas, el principal culpable de la “tormenta de precios” en Europa en los últimos tiempos fue el subidón de los costos del gas natural y la electricidad. En el año transcurrido hasta noviembre de 2021, el precio de la energía aumentó 22,1 por ciento y solo en diciembre llegó al 26 por ciento, superando el de otros bienes y servicios de la canasta del IPC encuestada por Eurostat. Mientras, el valor de los alimentos, las bebidas alcohólicas y el tabaco repuntó 3,2 por ciento; los productos industriales, 2,9, y los servicios, un 2,4 por ciento, mayormente como resultado de la escasez causada por la interrupción de las cadenas de suministro.

Los mencionados datos superan con mucho las metas trazadas por el Banco Central Europeo (BCE) para la Eurozona, entre estas una inflación del dos por ciento. En recientes declaraciones, ejecutivos de la institución financiera manifestaron la confianza en que la tasa en cuestión sea momentánea y baje en 2023 tras llegar a su pico en 2022. No obstante, expertos advirtieron que los márgenes de inflación son impredecibles y a largo plazo tendrán consecuencias sobre las economías.

Esa fue la razón por que en una reciente encuesta del periódico Financial Times, la mayoría de los economistas consultados le auguraron a la zona un modesto crecimiento del cuatro por ciento, algo menos que el 4,2 pronosticado por el BCE. También se mostraron preocupados porque la inflación y la rápida propagación de la variante Ómicron del virus SARS-CoV-2 podrían hundir las perspectivas económicas de Europa en el año venidero.

Esta, sin embargo, no es una situación exclusiva del Viejo Continente, sino también de la economía global, pues en numerosos países de Asia y América la inflación muestra una tendencia alcista. Además, la lenta recuperación de la economía europea debilitará la fuerza motriz común para este sector mundial. En aras de controlar la inflación, los bancos centrales han apretado las políticas monetarias más temprano y rápido que lo previsto por los inversores, lo cual posiblemente causará inestabilidad en el mercado financiero y las economías emergentes.