Según el último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), actualmente 821 millones de personas sufren hambre severa en el mundo, y la cifra aumenta año tras año. El estudio detalló que en 2021 unos dos mil 300 millones de seres humanos padecieron inseguridad alimentaria a nivel moderado o grave. También reveló que tres mil 100 millones de personas, casi el 40 por ciento de la población mundial, no pueden permitirse una dieta saludable.
Garantizar la seguridad alimentaria es la base para ayudar a reducir la pobreza, mejorar el nivel de vida de las personas y avanzar hacia un futuro sostenible e inclusivo.
De acuerdo con la FAO, muchos países son incapaces de producir alimentos como antes debido al cambio climático, el calentamiento global, el crecimiento poblacional y el agotamiento de los recursos. Son los grupos más vulnerables los más afectados por el riesgo de inseguridad alimentaria. Afganistán, Etiopía, Somalia, Sudán del Sur y Yemen permanecen en alerta máxima por falta de acceso a los alimentos. Un informe elaborado por más de 200 ONGs y publicado en septiembre pasado indicó que cada cuatro segundos en el mundo muere una persona de inanición, mientras 345 millones padecen de hambre aguda.
El cambio climático sigue siendo la mayor amenaza para la seguridad alimentaria mundial, pues las inundaciones, las sequías y las olas de calor están dañando los cultivos en todos los continentes. En Pakistán, anómalas precipitaciones durante el periodo lluvioso del monzón sumergieron un tercio del país bajo las aguas, destruyendo infraestructura, arrastrando tierra cultivable y árboles.
Según la Organización Mundial de la Salud, incluso antes de esas históricas inundaciones, unos 38 millones de paquistaníes, más del 16 por ciento de la población del país, encaraban una inseguridad alimentaria moderada o grave. Mientras, Etiopía, Somalia y Kenia se encuentran en su quinta temporada fallida de lluvias, lo cual amenaza con desatar una hambruna generalizada.
La violencia y los conflictos armados han debilitado la garantía de la seguridad alimentaria en las zonas vulnerables. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas informó que los persistentes enfrentamientos armados han dejado a unos 13 millones 600 mil personas en el norte de Etiopía en extrema necesidad de asistencia alimentaria. El resurgimiento del conflicto ha perjudicado de modo grave las actividades humanitarias en esa zona. En el "punto crítico" en la región norteña etíope del Tigray, el PMA solo puede llegar a alrededor de la décima parte de las madres y los niños que necesitan ayuda nutricional.
Las hostilidades entre los dos principales exportadores de cereales del planeta, Rusia y Ucrania, afecta severamente la cadena de suministro de alimentos. La ONU ha pedido a los bandos a esforzarse por renovar la Iniciativa de Granos del Mar Negro y eliminar los obstáculos a las exportaciones de cereales a los países que luchan contra las crisis alimentarias y el hambre.
Las estadísticas del Fondo Monetario Internacional (FMI) muestran que, antes de la pandemia del Covid-19, unos 82 millones de habitantes del África subsahariana corrían riesgo de inseguridad alimentaria. La cifra de personas expuestas al hambre allí podría ascender a 123 millones hacia finales de 2022 si el conflicto en Ucrania no cede.
El aumento a un ritmo galopante de las tasas de interés globales es un golpe al sistema de seguridad alimentaria, puesto que los países más endeudados al sur del Sahara no pueden acceder a los mercados internacionales de capital. El FMI estimó que en 2022 y 2023, el aumento de los costos de importación de alimentos y fertilizantes incrementará en nueve mil millones de dólares la presión sobre sus balanzas de pago, lo que erosionará las reservas internacionales de los países y su capacidad de pagar las importaciones de alimentos y fertilizantes.
Los desafíos globales necesitan soluciones a escala mundial. La actual crisis alimentaria requiere un enfoque más holístico y coordinado para lograr mayor eficiencia en el uso de los recursos. En este sentido, garantizar la seguridad alimentaria es la base para ayudar a reducir la pobreza, mejorar el nivel de vida de las personas y avanzar hacia un futuro sostenible e inclusivo.