Hace dos años, el 15 de agosto de 2021, después de que los talibanes entraran a Kabul y tomaran el control del país, cientos de miles de afganos se apiñaron en vuelos de evacuación en un intento por huir de la capital afgana.
El canal de noticias CBS News informó que cada día miles de afganos siguen esperando en fila en la frontera entre Afganistán y Pakistán, intentando tramitar un pasaporte con el que poder salir del país. Las imágenes de refugiados desmayados mientras esperan en la cola bajo un sol abrasador se han convertido en habituales en esta zona fronteriza.
Yousafkhel Jabar Khan, un refugiado de 45 años, dijo que no quería volver a la vida de antes. Ese hombre es solo uno entre los millones de afganos obligados a exiliarse en busca de una vida mejor.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas (ONU) para los Refugiados (ACNUR) indicó que más de un millón 600 afganos han huido de su país en los últimos dos años. El jefe de ese órgano, Filippo Grandi, calificó la crisis de desplazamiento afgana como una de las mayores y más prolongadas de las últimas siete décadas.
La pobreza y la violencia son las principales causas que obligan a los afganos a abandonar sus hogares. El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, advirtió que Afganistán vive actualmente la mayor crisis humanitaria del mundo. Las nuevas cifras publicadas por la ONU revelan que 28 millones 300 mil personas, o dos tercios de la población afgana, necesitan asistencia humanitaria para sobrevivir, frente a 24 millones 400 mil en 2022 y 18 millones 400 mil registrados a principios de 2021.
Las penurias en Afganistán se agravaron cuando el 80 por ciento de los hogares perdieron sus ingresos por el tercer año consecutivo de sequía. Los ríos y el sistema de agua de riego en ese país se alimentan del deshielo de la nieve y los glaciares de las montañas.
El aumento de las temperaturas y la disminución de las precipitaciones y nevadas están agravando las consecuencias sobre los ríos en ese territorio. La crisis de la sequía ha alimentado una crisis económica en esa nación, donde la agricultura es fundamental para el sustento de la población y representa el 30 por ciento del Producto Interno Bruto.
Los talibanes llegaron al poder con la promesa de no permitir que Afganistán se convirtiera en un refugio seguro para grupos de terroristas internacionales, pero los sangrientos atentados continúan. La Misión de Asistencia de la ONU en Afganistán señaló que persisten importantes desafíos de seguridad que ensombrecen el panorama afgano. Estimó que más de mil civiles perdieron la vida como consecuencia de los artefactos explosivos improvisados en esa nación de Asia del Sur.
Además de la pobreza y la violencia, los derechos de las mujeres y niñas afganas también se encuentran entre los temas candentes. Las autoridades talibanes restringieron el acceso de las mujeres a la mayoría de los empleos y la educación universitaria. Entre otras cosas, prohibieron a las niñas la educación secundaria e impusieron severas restricciones a la libertad de movimiento de las mujeres.
Desde agosto de 2021, el gobierno talibán ha emitido más de 50 decretos y reglamentos para limitar las oportunidades y las libertades civiles de las mujeres. En abril pasado, anunciaron su decisión de prohibir a las mujeres afganas trabajar con la ONU.
Sima Bahous, directora ejecutiva de la Oficina de la ONU para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres, opinó que las restricciones antes mencionadas podrían afectar gravemente la vida de unos dos millones de mujeres y ahondar heridas difíciles de cicatrizar en la sociedad afgana.
Los analistas dicen que las duras medidas restrictivas contra las mujeres y las niñas son una de las principales causas de la interrupción de la ayuda exterior a Afganistán.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, la afluencia sostenida de asistencia externa, por valor de tres mil 700 millones dólares en 2022, ha contribuido a evitar el colapso total del Afganistán. Sin embargo, este año solo se ha recaudado el 25 por ciento de los tres mil 230 millones de dólares necesarios para la respuesta humanitaria en ese país. Tal ayuda es insuficiente para mantener la asistencia humanitaria a Afganistán, donde la mayoría de la población vive en la pobreza.
De acuerdo con la ONU, en el lado positivo, las autoridades afganas han logrado avances en la lucha contra la corrupción. La producción y el comercio de drogas en ese territorio de Asia del Sur se han reducido significativamente gracias a la aplicación de una ley que prohibe el cultivo de la adormidera. Sin embargo, la situación de seguridad y los derechos de las mujeres y las niñas, así como la crisis humanitaria siguen ensombreciendo las esperanzas de un futuro mejor para el pueblo afgano.