Al asumir la presidencia del bloque en 2025, el país africano resaltó el objetivo de empoderar no solo a África, sino también a todos los países del hemisferio sur, con el fin de superar los obstáculos y avanzar hacia el desarrollo sostenible.
Celebrada recientemente en Sudáfrica, la reunión de ministros de Relaciones Exteriores del G20 reunió a los principales diplomáticos del grupo y alcanzó gran repercusión en la opinión pública internacional porque fue la primera vez que un país africano asumió la presidencia rotativa del G20.
En el discurso de apertura de la conferencia, el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, subrayó que la presidencia del G20 por parte de un país africano supone una oportunidad para que el mundo escuche la voz del hemisferio sur en temas globales importantes, como el desarrollo sostenible, la promoción de la economía digital y la transición ecológica.
Los países del hemisferio sur, que representan el 42 por ciento del Producto Interno Bruto mundial, el 44 por ciento de las exportaciones de mercancías y el 65 por ciento de los flujos de inversión extranjera directa, aún no han alcanzado una posición digna en el mapa político y económico mundial.
Por lo tanto, en su papel de presidente del G20 y representante de los países en desarrollo, Sudáfrica apuesta por abordar los desafíos de mejorar la resiliencia frente a los desastres climáticos, lidiar con su "montaña de deuda pública" y movilizar recursos financieros para una transición energética justa.
Los expertos dicen que todos estos problemas son de difícil solución. Muchas economías en desarrollo están sumidas en un alto nivel de endeudamiento público. El reciente informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo describe una situación financiera sombría en África, donde casi la mitad de los países tienen niveles de deuda superiores al 60 % del PIB.
La carga de la deuda pública hace que muchas naciones caigan en un círculo vicioso, ya que tienen que priorizar el pago de la deuda en lugar de destinar más recursos a la inversión para promover el crecimiento económico. Algunos gobiernos se han visto obligados a dedicar más ingresos fiscales al pago de intereses que a la educación o la atención sanitaria.
Además, África ha sufrido graves daños causados por los fenómenos meteorológicos extremos.
Simon Stiell, secretario ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, enfatizó que la crisis climática es un "agujero sin fondo" que está absorbiendo el crecimiento económico de los países en desarrollo.
El informe de la Organización Meteorológica Mundial indica que los países africanos pierden hasta el cinco por ciento de su PIB cada año a causa del cambio climático. Los países ricos se comprometieron a destinar al menos 300 mil millones de dólares al año hasta 2035 para ayudar a los países en desarrollo a "ecologizar" sus economías y mejorar su capacidad de respuesta ante los desastres climáticos. Sin embargo, muchos expertos sostienen que esa cifra es insignificante y no puede satisfacer las necesidades reales.
Ante semejantes desafíos, el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, afirmó que seguirá aprovechando cada oportunidad para defender las prioridades del hemisferio sur. La agenda del G20 en 2025 se centra en ayudar a los países en desarrollo a obtener financiación climática, aliviar la carga de la deuda pública, realizar la transición a la energía renovable y prevenir la explotación destructiva de materias primas y minerales en África.
En medio de los innumerables e impredecibles cambios que encara el mundo, los esfuerzos por alcanzar las ambiciosas metas de este mandato del G20 seguramente se enfrentarán a muchos desafíos. Se espera que Sudáfrica desempeñe bien su papel de "capitán del G20", lo que generará nuevas oportunidades para los países del hemisferio sur.