En los últimos años se han publicado cifras alarmantes sobre la inmigración procedente de Centroamérica, en particular de niños. Según el último informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, nueve mil 700 niños cruzaron el Paso del Darién en los dos primeros meses de 2023, es decir, siete veces más que en el mismo periodo de 2012.
Mientras, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y la Organización Internacional para las Migraciones advirtieron que el número de migrantes que pasaron por el Tapón de Darién ha aumentado de manera preocupante, con más de 100 mil personas desde principios del 2023.
La mayoría procede de Venezuela, Ecuador y Haití, además de otros de países asiáticos y africanos. Hace poco, el gobierno de México informó que en el primer trimestre de este año sus fuerzas rescataron a más de 34 mil niños extranjeros indocumentados que iban rumbo a los Estados Unidos ilegalmente. Esos menores fueron llevados a centros de cuidado infantil en México.
El aumento del número de niños migrantes en Centroamérica se atribuye a diversas razones. La principal es el crecimiento de la desigualdad en sus propios países así como la deserción escolar tras la pandemia de Covid-19. Sólo en los dos primeros meses de este año, al menos 200 niños intentaron precipitadamente atravesar la selva del Tapón del Darién, el quíntuple que en igual periodo de 2022.
Los expertos temen que los pequeños que viajan sin la compañía de un adulto corren un alto riesgo de caer en manos de las redes de trata. También son más vulnerables a los abusos, la explotación, el trabajo infantil y otras formas de violencia sin un tutor.
Los líderes en la Cumbre Iberoamericana en República Dominicana urgieron a una mayor cooperació en el tema de la migración a la luz del éxodo de miles de latinoamericanos a Estados Unidos debido a las difíciles condiciones económicas, la violencia y otras amenazas.
Según el Presidente de Chile, Gabriel Boric, lidiar con la cuestión migratoria es uno de los mayores retos a los que se enfrenta la región y exige una mayor cooperación responsable de los países de origen, tránsito y destino.
La ola de inmigrantes a Estados Unidos ejerce una gran presión sobre la administración del Presidente Joe Biden, ya que tiene intenciones de postularse nuevamente para presidente en 2024. En respuesta al aumento del número de migrantes centroamericanos varados en Ciudad Juárez (México), el gobierno estadounidense ha arreciado las regulaciones de inmigración.
Según la Organización Internacional para las Migraciones, alrededor de 2,7 millones de migrantes indocumentados fueron detenidos en la frontera México-Estados Unidos en 2022. Los albergues para migrantes están abarotados de personas que esperan la oportunidad de cruzar la frontera ilegalmente o la aprobación de sus solicitudes de asilo en Estados Unidos.
Pese a las amenazas de las bandas criminales, las enfermedades, el inhóspito terreno y el clima severo, la ola de migrantes sigue aventurándose por rutas peligrosas para encontrar un camino a Estados Unidos.
Se requiere mucho más tiempo y esfuerzos para encontrar una solución radical al asunto de la migración. En el futuro inmediato, los países en la región deben coordinarse de manera efectiva en la gestión de los flujos migratorios.
El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres afirmó que de no controlarse la migración ilegal, esta tendrá consecuencias impredecibles. El precio más caro es la vida de los migrantes.