En su comparecencia ante el Comité Bancario del Senado de Estados Unidos (EE.UU.), el presidente de la Reserva Federal de ese país (FED), Jerome Powell, declaró que el organismo podrá acelerar los aumentos de la tasa de interés más de lo esperado para combatir la alta inflación. Es el primer comentario público de Powell desde que la inflación repuntó inesperadamente en enero y el Gobierno informara de una contratación inusualmente alta ese mismo mes.
Aunque parte de esa inesperada fortaleza económica puede haberse debido a factores estacionales, Powell sostuvo que también puede ser una señal de que la FED necesita hacer más para moderar la inflación, especialmente enquistada la subyacente (descontado el precio de los alimentos y la energía), incluso volviendo a mayores aumentos de las tasas de un cuarto de punto porcentual.
La directora de la Reserva Federal en San Francisco, Mary Daly, dijo que EE.UU. necesitará mucho tiempo para bajar la inflación. La potencia mundial todavía tiene que endurecer la política monetaria para lidiar con la inflación, la cual cayó desde un máximo histórico de siete por ciento hasta el 5,4 por ciento en enero a mediados de 2022.
Sin embargo, las cifras mensuales recién publicadas muestran que la presión de los precios ha crecido a un ritmo más rápido en los últimos siete meses. Esto sucedió incluso en 2022, cuando la FED realizó las subidas de tipos de interés más agresivas en 40 años, desde el cero por ciento hasta el 4,5 a 4,75 por ciento en la actualidad.
Al otro lado del Atlántico, la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, alertó que la inflación subyacente se mantendrá alta en el Viejo Continente, por lo que un aumento de la tasa de interés de 50 puntos básicos a fines de este mes es casi una obviedad.
Además, mencionó que la inflación subyacente, que filtra los precios volátiles de los alimentos y los combustibles, podría permanecer alta, al menos en el corto plazo, incluso si la tasa de inflación general cae en los próximos meses. Informó que el BCE ya elevó las tasas en tres puntos porcentuales desde julio y esencialmente prometió otro aumento de medio punto porcentual el 16 de marzo. La inflación subyacente en la Eurozona alcanzó un máximo histórico del 5,6 por ciento en febrero pasado, agregó.
Por su parte, el Banco de la Reserva de Australia (RBA), decidió elevar su tipo de interés de referencia en 25 puntos básicos, de 3,35 al 3,6 por ciento, la décima subida consecutiva desde el pasado mes de mayo. Se trata del ciclo más rápido de endurecimiento de la RBA desde 1980.
Con la nueva alza en la tasa de interés, los prestatarios con hipotecas de 500 mil dólares australianos (336 mil dólares estadounidenses), tendrían que gastar 82 dólares australianos adicionales en cuota. El pago de la deuda ahora sobre el mencionado préstamo aumentó a 1.051 dólares australianos por mes en comparación con cuando la tasa de interés cayó a un mínimo histórico del 0,1 por ciento en abril de 2022.
El gobernador del RBA, Philip Lowe, dijo que la inflación mundial sigue siendo alta y tardará algún tiempo en volver a un nivel controlable. Señaló que las perspectivas económicas globales siguen siendo sombrías, con un crecimiento esperado por debajo del promedio en 2023 y 2024.
Según Lowe, elevar los tipos de interés ha sido una decisión difícil, pero de fuerza mayor, aunque la prioridad de la Junta Directiva del RBA es controlar el aumento de los precios. Una inflación alta dificulta la vida de la gente y perjudica el funcionamiento de la economía, explicó, y aseguró que si la alta inflación se arraigara en las expectativas de la gente, sería muy costoso reducirla más adelante, lo que implicaría tasas de interés aún más altas y un mayor aumento del desempleo.
El aumento de los precios de la energía, los alimentos y el consumo han hecho subir la inflación y obligado a muchos países a incrementar "a regañadientes" las tasas de interés bancarias y mantener una política monetaria estricta. En este sentido, los gobiernos de esos países llaman a la ciudadanía a acompañar al Estado y aceptar las dificultades inmediatas para superar pronto la tormenta inflacionaria.