El presidente de Rusia, Vladímir Putin, firmó el último fin de semana un decreto a tenor con el cual todos los contratos de abastecimiento de gas con empresas de los países “no amigables” deberían pagarse en rublos. El “ultimátum” del mandatario ruso obliga a los Estados occidentales a prepararse para el corte de las provisiones de gas natural por parte de Moscú.
A saber, el secretario de Estado para Empresa, Energía y Estrategia Industrial del Reino Unido informó que su país podría construir más centrales nucleares como parte de una estrategia de ampliación energética doméstica. Londres dará a conocer el 7 de abril la nueva estrategia de seguridad energética nacional, la que prevé edificar de seis a siete plantas de dicho tipo para 2050.
Alemania, que depende en gran medida de la energía rusa, se esfuerza igualmente por alcanzar la autonomía en tal materia. El ministro federal de Economía y Protección del Clima, Robert Habeck, anunció que Berlín está listo a todas las posibilidades y sopesará incluso “los escenarios más difíciles”. En una entrevista concedida el 2 de abril al periódico local RP, señaló que de momento se mantienen garantizadas las provisiones de gas natural.
Aun así, un “paquete de resurrección” se pondrá sobre la mesa del gabinete alemán la próxima semana, incluidos numerosos cambios legales para ampliar los suministros de energías renovables. Por naturaleza, se trata de un proyecto a favor de la independencia y la seguridad energéticas del país teutón.
Habeck confía en que en el otoño o el invierno venidero, Alemania esté preparada para prescindir de las materias primas de Rusia. Anteriormente, advirtió sobre la probabilidad de que el gigante euroasiático cierre el grifo de gas natural debido a las sanciones de Occidente.
Paralelamente con el empeño de Londres y Berlín en independizarse en términos energéticos, los países occidentales, encabezados por Estados Unidos, buscan alternativas para aumentar el suministro de petróleo y gas a fin de frenar la disparada de los precios de la energía, responsable de la actual “tormenta de inflación” a nivel global.
El presidente estadounidense, Joe Biden, anunció hace poco la decisión de liberar a diario un millón de barriles de la Reserva Estratégica de Petróleo del país (SPR, en inglés) en 180 días, con vistas a reducir los precios de los combustibles. Washington tomó tal decisión luego de similares lanzamientos de la SPR, incluido el de 30 millones de barriles a inicios de marzo último.
Un alto funcionario gubernamental de ese país comentó que los barriles de crudo puestos en el mercado servirán para llenar la brecha hasta que se aumente la producción nacional y se agreguen otras actividades de manufactura a finales de este año, tal y como esperan las autoridades.
En respuesta a la medida de Estados Unidos, más de 30 países se reunieron en una conferencia especial en la cual acordaron sacar al mercado decenas de millones de barriles del mencionado hidrocarburo desde sus reservas.
De acuerdo con los medios estadounidenses, China, Japón, la India, Corea del Sur y el Reino Unido han adoptado la misma medida para ayudar a estabilizar el mercado.
Hasta el momento, tal audaz remedio ha aliviado el desbordante calor en el mercado del petróleo y también ha mitigado periodos de grave inflación lesivos tanto a la economía de la nación norteamericana como a la de los demás países.
Analistas opinaron que liberar las reservas es la solución a la escasez de crudo procedente de Rusia. Los 32 Estados integrantes de la agrupación OPEP+ (Organización de Países Exportadores de Petróleo y sus aliados), liderados por Arabia Saudita, también aprobaron en marzo último elevar 432 mil barriles al día su producción conjunta de crudo.