Yoon aterrizó el 24 de abril en la base conjunta militar de St. Andrews para una estancia de seis días. Se trata de la primera visita de Estado de un presidente de Corea del Sur a EE. UU. en 12 años.
El hecho de que los dos mandatarios hayan sostenido hasta seis encuentros en el último año evidencia los estrechos vínculos entre sus países, especialmente cuando la cooperación bilateral ha ido creciendo en todas las dimensiones y sectores.
Hablando de los frutos cosechados en las últimas siete décadas, el presidente de Corea del Sur reiteró que la alianza entre su país y EE. UU. es “más que exitosa”.
Temas relacionados con la seguridad y la economía centran los debates entre Yoon y los anfitriones, pues la visita se efectúa en medio de numerosos riesgos en la Península de Corea.
Corea del Norte ha realizado numerosas pruebas de misiles y declaraciones duras como advertencia de que responderá a los ejercicios militares a gran escala entre Corea del Sur y EE. UU., así como a las intenciones de estos dos y de Japón de consolidar su alianza militar.
Las negociaciones entre Washington y la parte norcoreana están estancadas desde hace tiempo. Las relaciones entre las dos Coreas no presentan señales de mejora e incluso las tensiones tienden a escalar.
A inicios de este mes, el Ministerio de la Unificación surcoreano informó que su vecino del norte había dejado de contestar a las llamadas telefónicas realizadas por Seúl a través de las líneas de comunicación civil y militar.
En consecuencia, varias consultas de la opinión pública en Corea del Sur mostraron que la mayoría considera necesario intensificar la capacidad de defensa y las garantías de seguridad por su aliado norteamericano.
En ese escenario, John Kirby, coordinador para Comunicaciones Estratégicas del Consejo de Seguridad de EE. UU., reveló que uno de los contenidos principales de la cumbre bilateral organizada en el marco de dicha visita son las medidas destinadas a robustecer la coordinación en seguridad.
Según el funcionario, de ser necesario su país podría movilizar al máximo sus capacidades militares para proteger a Corea del Sur. El compromiso estadounidense con la defensa de Corea del Sur sigue siendo “inquebrantable” y Washington está dispuesto a hacer todo lo posible por garantizarlo, subrayó.
La visita de Yoon Suk-yeol también ofrece la posibilidad de abordar los conflictos binacionales en términos económicos. Las empresas surcoreanas se ven amenazadas por las pérdidas derivadas de los requisitos impuestos por la Ley de Reducción de la Inflación y la Ley de Chips y Ciencia de EE. UU..
Según la opinión pública, el Gobierno del país peninsular puede aprovechar los diálogos con la parte estadounidense para debatir la ampliación de nexos en ramas de la alta tecnología como la inteligencia artificial, la biotecnología y el sector aeroespacial, y maneras de paliar el impacto de la competencia comercial entre EE. UU. y China.
El primer ministro de Corea del Sur, Han Duck-soo, manifestó su esperanza de que el periplo brinde beneficios prácticos a las generaciones futuras. Deviene una oportunidad para reafirmar los resultados de la cooperación en los últimos tiempos y también un viraje hacia un futuro mejor para los intereses de la alianza binacional, comentó.
Washington y Seúl establecieron su alianza en octubre de 1953 al firmar un Tratado de defensa mutua, luego del armisticio rubricado por las dos Coreas.
El consejero de Seguridad Nacional de EE.UU., Jake Sullivan, enfatizó que las buenas relaciones entre su país y Corea del Sur crearán condiciones para la solución de los retos en la península.
La alianza “ha crecido mucho más allá de la península de Corea y ahora es una fuerza para bien del Indo-Pacífico y de todo el mundo”, apreció Sullivan.