Presión por decrecimiento demográfico

Numerosos países de Asia y Europa se esfuerzan por resolver el problema de la población, ya que el descenso de la natalidad amenaza con un declive demográfico, escasez de mano de obra y elevados costes sociales. Aumentar la natalidad se ha convertido en una prioridad para estas naciones con el fin de garantizar un desarrollo sostenible.
Un jardín de infancia en Pekín.
Un jardín de infancia en Pekín.

El drástico descenso de la natalidad es un reto importante para muchos países, ya que población y desarrollo social están estrechamente relacionados.

Países asiáticos como Japón y Corea del Sur han experimentado graves descensos de la fecundidad. En 2022, este indicador cayó a un mínimo histórico de 1,26 en Japón, el más bajo desde 1990 (1,57), a pesar de las medidas gubernamentales.

Naciones asiáticas como Japón y Corea del Sur han presenciado una disminución seria de la tasa de natalidad.

Mientras tanto, la agencia de estadísticas de Corea del Sur informó de que la población del país se reducirá de los 52 millones de personas actuales a 38 millones en 2070. La tasa total de fecundidad, que mide el número medio de hijos por mujer, caerá a un mínimo histórico de 0,78 en 2022.

Si el descenso de la natalidad ya no es un problema nuevo para Corea del Sur y Japón, el hecho de que un país tan poblado como China también se enfrente a esta tendencia aumenta el riesgo de crisis demográfica en Asia.

China experimentó en 2022 su primer descenso de población desde 1961. Ese mismo año, la nación asiática también registró su tasa de fertilidad más baja.

Los países europeos también están buscando formas de aumentar las tasas de fertilidad. Según un informe reciente, la fecundidad en Suiza ha caído a un mínimo histórico de 1,39 hijos por mujer en los últimos 20 años. En la Unión Europea (UE), la proporción de jóvenes de 15 a 29 años caerá del 18,1 por ciento en 2011 al 16,3 por ciento en 2021.

Los países europeos buscan cómo aumentar la tasa de fertilidad. De acuerdo con un reciente informe, la fertilidad en Suiza ha caído a un mínimo histórico en los últimos 20 años, con 1,39 hijos por mujer.

No cabe duda de que el descenso de la natalidad y el envejecimiento de la población acarrean graves consecuencias sociales y económicas, como una mayor presión sobre los fondos de pensiones y los costes de la atención sanitaria, y una escasez de mano de obra que lastra el crecimiento económico. El Instituto de Investigación Recruit Works pronosticó que Japón podría enfrentarse a una escasez de 11 millones de trabajadores en 2040.

Alemania también ha impulsado un plan de reforma de la política de inmigración para hacer frente a la grave escasez de mano de obra. Según la Cámara de Comercio e Industria alemana, más del 50 por ciento de las empresas del país tienen dificultades para cubrir puestos de trabajo. El descenso de la población en edad laboral está ejerciendo una fuerte presión sobre el mercado laboral y el sistema público de bienestar social. Además de los crecientes costes de las pensiones, la población de más edad tendrá mayores necesidades de atención sanitaria. La Organización Mundial de la Salud calcula que en 2030 habrá un déficit mundial de hasta 10 millones de trabajadores sanitarios.

Los gobiernos han adoptado diversas medidas para alentar a las parejas a tener hijos. El primer ministro de Japón, Fumio Kishida, anunció un paquete que incluye más ayudas económicas para las familias con niños y la provisión de viviendas para cientos de miles de familias.

El fenómeno de la baja natalidad y la disminución de la población es un grave problema social, ya que afecta directamente el desarrollo socioeconómico de los países el desarrollo sostenible.

China ha puesto en marcha proyectos piloto para crear un entorno favorable a la natalidad y la educación, pero sus esfuerzos por aumentar la fecundidad siguen enfrentándose a numerosos obstáculos, como la contaminación ambiental, la tendencia de las mujeres a posponer el embarazo, las limitaciones económicas y los problemas sanitarios relacionados con la pandemia Covid-19.

El fenómeno de la baja fecundidad y el descenso de la población es un grave problema social, ya que afecta directamente al desarrollo socioeconómico de los países y al desarrollo sostenible. Centrarse en la promoción de políticas de fertilidad y en la creación de mejores condiciones para la crianza de los hijos es una tarea urgente y apremiante para los gobiernos.