En particular, la inflación en mayo alcanzó un récord de 8,1 por ciento, en medio del encarecimiento global de los alimentos y la energía. Las interrupciones en la cadena de suministro han disparado los precios de los bienes de consumo, no solo los de alimentos y energía. Actualmente, la inflación en la Eurozona más que se cuadriplicó respecto al objetivo del dos por ciento fijado por el BCE.
La Oficina de Estadísticas de la Unión Europea (Eurostat) advirtió sobre el déficit comercial, que casi se duplicó en abril en comparación con marzo. Los 19 países miembros de la Eurozona registraron saldo de la balanza comercial desfavorable de hasta 32 mil 400 millones de euros en este sentido en abril, muy por encima de la cifra de 16 millones 400 millones de euros en el mes anterior.
Ante tal vulnerabilidad, que podría aumentar debido a la incertidumbre relacionada con el conflicto en Ucrania y los cambios de política en las economías avanzadas, el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, señaló los riesgos cada vez mayores que amenazan la estabilidad financiera de los miembros de la Eurozona.
El funcionario citó como ejemplo los precios de las materias primas y la energía, que siguen siendo altos y volátiles, lo que genera tensión en el mercado de derivados. Mientras tanto, las sociedades no financieras de la Eurozona enfrentan riesgo de insolvencia como consecuencia de la mayor presión sobre los precios de los insumos y la desaceleración del crecimiento económico.
Para hacer frente a la inflación récord en la región, el BCE anunció planes para subir las tasas de interés y está considerando detener las medidas de estímulo vigentes durante casi una década. Según lo previsto, la institución aumentará en julio los tipos de interés un 0,25 por ciento y seguirá la pauta en septiembre, posiblemente con un margen más amplio.
Esta será la primera vez en 11 años que el BCE endurece la política monetaria. La entidad también suspenderá la compra de bonos del gobierno europeo. Sin embargo, la medida del BCE provocó una venta masiva y una caída de los precios en el mercado de bonos. La diferencia de rentabilidad entre los bonos del gobierno alemán y de los gobiernos de los países del sur de la Eurozona, particularmente Italia, se encuentra ahora en su nivel más alto en más de dos años.
El plan de subida de los tipos de interés en julio pone al BCE en un dilema mientras el banco tiene que luchar contra la inflación, pero, por otro lado, no debe frenar demasiado el crecimiento económico de la Eurozona. La situación se vuelve alarmante porque los rendimientos de los bonos gubernamentales de los países del sur de Europa aumentaron considerablemente en los últimos días.
En una reunión de emergencia celebrada el miércoles pasado, el Consejo del Gobierno del BCE decidió otorgar un apoyo especial a los países miembros de la Eurozona con altos niveles de deuda. Para garantizar que el endurecimiento de la política monetaria no suponga una carga excesiva para los países del sur del continente, la institución anunció que reinvertirá los títulos de deuda adquiridos en el marco del Programa de compras de emergencia frente a la pandemia. Esta medida podría ayudar a aliviar la presión sobre los países altamente endeudados y con mayores tasas de interés sobre los bonos del gobierno.
Después de la decisión del BCE, el mercado de bonos se ha tranquilizado un poco por la ligera caída de los rendimientos de los bonos. Sin embargo, el economista jefe de Commerzbank mostró su escepticismo sobre la efectividad de la reinversión de las compras de bonos que vencen para respaldar los bonos de países altamente endeudados. En el mercado de divisas, los inversores no han reaccionado positivamente a la decisión del BCE.
El euro ha bajado, la eficacia de las medidas introducidas por el BCE sigue siendo un misterio y las materias primas no han dado señales de enfriarse. Esta situación pone a los países de la Eurozona frente a un gran desafío, cuando el panorama económico se ve ensombrecido por la escalada récord de los precios y la inflación.