Tras asumir el cargo como el vigesimocuarto primer ministro de Canadá y nombrar un nuevo gabinete, Carney eligió Francia y el Reino Unido como destinos de su primer viaje al extranjero, en lugar de Estados Unidos.
En una declaración conjunta con el presidente francés, Emmanuel Macron, en el Palacio del Elíseo, Carney describió a Canadá como el país no europeo más europeo. Destacó que es más importante que nunca para Canadá fortalecer sus lazos con aliados fiables como Francia.
Por su parte, Macron subrayó que Canadá es un buen ejemplo de país que apuesta por la defensa de sus intereses nacionales y la cooperación internacional. Ambas partes coincidieron en que un comercio justo y respetuoso de las normas internacionales es una herramienta más eficaz para la prosperidad de todos que los aranceles.
Mientras, Carney y el primer ministro británico, Keir Starmer, se comprometieron a reforzar los vínculos bilaterales en medio de las complicadas relaciones con Estados Unidos.
Según el anuncio de la Oficina del primer ministro británico, en la reunión con Carney, Starmer hizo hincapié en que ambos países son aliados y socios cercanos e íntimos. Los dos primeros ministros coincidieron en que la asociación entre ambos países se basa en la historia, los valores compartidos y la pertenencia a la Mancomunidad de Naciones.
Según los analistas, al estrechar los lazos con Europa, Canadá podría proporcionar a los países europeos acceso a recursos estratégicos como tierras raras y combustibles fósiles, y beneficiarse del acceso a un mercado laboral amplio y cualificado, además de reducir su dependencia de Estados Unidos.
El impulso de Canadá para diversificar su comercio se justifica en medio de las crecientes tensiones con Estados Unidos, ya que más del 75 por ciento de las exportaciones de Ottawa se dirigen a Washington. Las tensiones entre ambos países aumentaron cuando el presidente Trump anunció un arancel del 25 por ciento al aluminio y acero canadienses, al tiempo que amenazó con imponer aranceles punitivos del 25 por ciento a la mayoría de las importaciones y del 10 por ciento a la energía y los minerales procedentes de Canadá a partir del 2 de abril.
Carney expresó su firme oposición a las políticas comerciales estadounidenses. Subrayó que Canadá está atravesando un momento difícil debido a que su aliado más cercano, Estados Unidos, está provocando una "guerra comercial". Ottawa no dará marcha atrás y mantendrá los aranceles de represalia hasta que los estadounidenses muestren respeto y asuman compromisos creíbles y confiables con un comercio libre y justo, afirmó.
También pidió revisar el plan de compra de aviones F-35 de fabricación estadounidense para evaluar si este contrato es la mejor inversión para Canadá o si hay mejores opciones. Canadá debe garantizar que este pacto responda a los mejores intereses de su pueblo y de sus fuerzas armadas, afirmó.
Al otro lado del Atlántico, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, también incluyó a Canadá entre los aliados con ideas afines con los que cooperar en el complejo contexto geopolítico actual.
Ante la inminente amenaza de una guerra comercial con Estados Unidos, los vínculos más estrechos entre Canadá y Europa ayudarían a las dos partes a amortiguar el impacto de la crisis transatlántica y a reforzar su alianza estratégica.