Grietas en las relaciones transatlánticas

Desde la reciente 61.ª Conferencia de Seguridad de Múnich hasta la Cumbre de emergencia de líderes europeos en París, una sucesión vertiginosa de acontecimientos políticos ha puesto al descubierto nuevas fracturas en la alianza entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE), agravada por disputas comerciales.
Banderas de la UE y EE.UU. (Foto: USEU.usmission.gov/TTXVN)
Banderas de la UE y EE.UU. (Foto: USEU.usmission.gov/TTXVN)

Según los expertos, las tensiones en los lazos transatlánticos no son un fenómeno nuevo. En su primer mandato, el presidente estadounidense, Donald Trump, dejó claro que la Unión Europea (UE) y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) no figuraban entre las prioridades de su administración. Durante cuatro años en el poder, el inquilino de la Casa Blanca ejerció una presión constante sobre los aliados europeos para exigirles un mayor aporte financiero a la defensa común. Las fracturas actuales en los nexos bilaterales se perciben como una nueva manifestación de las tensiones pasadas.

Tras su regreso al poder, Donald Trump anunció que impondrá aranceles del 25 por ciento a las importaciones procedentes de la Unión Europea. En respuesta, la Comisión Europea (CE) advirtió que reaccionará con firmeza e inmediatez ante cualquier barrera comercial injustificada. Con un intercambio comercial anual de aproximadamente 1,5 billones de dólares, los vínculos económicos entre Estados Unidos y la UE son considerados una de las principales arterias de la economía global. Por tanto, una eventual guerra comercial supondría pérdidas significativas para ambas partes y podría desestabilizar el orden económico mundial.

La confianza entre los aliados de ambos lados del Atlántico se ha visto aún más erosionada tras la 61.ª Conferencia de Seguridad de Múnich, en Alemania. A diferencia del clima positivo de las ediciones anteriores, el encuentro de este año estuvo marcado por la tensión y las declaraciones que evidenciaron el deterioro de las relaciones bilaterales. Durante el evento, el vicepresidente estadounidense, J.D. Vance, criticó abiertamente a sus socios europeos y advirtió sobre el aumento de los flujos migratorios en Europa, expresando preocupaciones por lo que calificó como "el retroceso de Europa en algunos de sus valores fundamentales, compartidos con Estados Unidos".

El vicepresidente estadounidense afirmó que su gobierno tiene prioridades y una visión del mundo completamente distintas a las de Europa. Las declaraciones de Vance han sido un jarro de agua fría para los aliados. El ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, los calificó de "inaceptables”, mientras que el ministro de Asuntos Exteriores de Italia, Antonio Tajani, señaló que la postura de Estados Unidos no sirve a los intereses de nadie.

Las divergentes opiniones entre Estados Unidos y la UE sobre una serie de cuestiones relacionadas con el comercio, los aranceles, las contribuciones al presupuesto de defensa, la migración y el cambio climático han supuesto un desafío para los vínculos bilaterales. Los intereses contrapuestos sobre el conflicto en Ucrania han ahondado aún más la brecha en estas relaciones. La apuesta de Estados Unidos por una serie de medidas diplomáticas separadas con Rusia, ignorando a Ucrania y a la UE, ha dejado insatisfechos a los países del Viejo Continente.

La medida de Washington podría debilitar la posición y la voz de la UE, así como cambiar el equilibrio geopolítico de la región. Por este motivo, los líderes europeos han convocado una reunión de emergencia en Francia para debatir estrategias y coordinar acciones. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, admitió que la UE se encuentra en una encrucijada en materia de seguridad.

Aunque Europa no es del todo satisfecha con la postura de Trump, le resultará difícil seguir un camino de separación debido a su gran dependencia de Estados Unidos. En términos económicos, Estados Unidos es el principal socio comercial del bloque continental. En términos militares, Estados Unidos es el mayor contribuyente al gasto de defensa de la OTAN, alianza de la que son miembros la mayoría de los países europeos. En lo que respecta a la energía, Europa importa gran parte de su gas natural licuado del mercado estadounidense, después de que Rusia cortara el suministro de gas.

Como parte de la política de “Estados Unidos Primero”, la administración Trump se centra en abordar cuestiones directamente relacionadas con los intereses estadounidenses, en lugar de fortalecer las alianzas. La cada vez mayor divergencia entre Estados Unidos y Europa respecto a cuestiones estratégicas podría dar lugar a nuevos acontecimientos geopolíticos. Sin embargo, los líderes de la UE están tratando de promover el diálogo y la negociación en lugar de la confrontación para reforzar la asociación transatlántica.