Los expertos advirtieron que si las escuelas no compensan con urgencia las brechas de conocimiento de los estudiantes durante la pandemia, la generación joven corre riesgo de ver mermados sus ingresos en el futuro.
Según el Banco Asiático de Desarrollo, en promedio, a cada estudiante de Asia le toma aproximadamente medio año en estudiar de manera efectiva. Y esta falta de conocimiento reducirá su productividad laboral, lo que conducirá a una disminución de los ingresos.
Durante más de dos años de la enfermedad, el modelo de enseñanza y aprendizaje en línea se aplicó en muchos países. Pero no puede negarse que el aprendizaje virtual tiene limitaciones y no puede reemplazar completamente al presencial. Los alumnos pobres a menudo enfrentan muchas dificultades debido a la falta de equipos como computadoras, internet, apoyo de los padres y un entorno de aprendizaje apropiado en la casa.
Por lo tanto, muchos estudiantes tienen que abandonar la escuela a causa de las limitadas finanzas familiares. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura ha dado la alarma sobre el aumento de la deserción escolar entre los alumnos. Destacó que este riesgo es mayor en Asia Oriental y el Pacífico, América Latina y el Caribe y los países árabes.
Según un estudio realizado en 2020, 97 millones de menores se ven forzados a trabajar en parte del día. Estas cifras reflejan el persistente y grave impacto de la pandemia en la educación global, e instan a los países a enfocarse en la atención integral de la niñez ante el “torbellino” de la Covid-19.
Se han puesto en marcha muchas iniciativas para ayudar a los niños a llenar sus lagunas de conocimiento. Los expertos piden a los gobiernos garantizar la seguridad al reabrir los centros educativos. Ante cada nueva ola de Covid-19, las escuelas siempre son de las primeras en cerrar. Para evitar caer en el círculo vicioso de la interrupción del aprendizaje, es fundamental el cumplimiento estricto de las normas de prevención y la vacunación contra el mortal virus.
Las instituciones educativas deben garantizar el distanciamiento social, ventilar las aulas, instalar sitios para lavarse las manos y desinfectarse, establecer horarios de comidas para evitar reuniones masivas y monitorear los síntomas de Covid-19. También, aplicar métodos de enseñanza innovadores, adecuados al nivel de cada alumno, y supervisar de manera periódica el progreso de los estudiantes. Los programas como la comida escolar y subsidios educativos son clave a fin de reducir las tasas de deserción entre los estudiantes pobres y alentarlos a regresar a la escuela.
El virus SARS-CoV-2 está en constante cambio y es un gran desafío para toda la humanidad. En ese contexto, reabrir escuelas de manera segura es un paso necesario, pero no suficiente. Los formuladores de políticas deben construir sistemas educativos de emergencia y adoptar enfoques educativos innovadores para llenar los vacíos en el aprendizaje en línea, evitando así consecuencias duraderas para la generación joven: el futuro brote verde de la humanidad.