La pandemia y la guerra están agravando los “puntos críticos” del hambre en el mundo. El fin de semana pasado, la FAO estimó que alrededor de 60 millones de personas en América Latina y el Caribe viven en la pobreza. Esa cifra representa un aumento del 14 por ciento en comparación con el año anterior. En este sentido, una de cada 10 personas en esa región está desnutrida. Junto con este problema, la desnutrición también es alarmante. La FAO indica que Haití es el país con mayor porcentaje de población con desnutrición en la región, con un 46 por ciento. Mientras, esa cifra en Venezuela, Argentina y Bolivia es del 27,4; el 3,9 y el 12,6 por ciento, respectivamente.
Afganistán está convirtiéndose en un “punto crítico” de la pobreza, no solo por la pandemia, sino también por la inestabilidad política en ese territorio. Después de que los talibanes asumieron el poder a mediados de agosto, el país enfrenta muchos problemas graves. El hambre ha aumentado a medida que la ayuda para el desarrollo se ha desplomado. El estallido de la pandemia del Covid-19 y la sequía también han causado graves dificultades económicas.
Según la previsión del PNUD, a mediados de 2022, más del 90 por ciento de la población de Afganistán caerá en la pobreza. Cerca de 22 millones 800 mil personas en este país enfrentan la escasez de alimentos. Para aliviar la difícil situación económica y el hambre en Afganistán, el PNUD llamó a una asistencia de 100 millones de dólares para crear puestos de trabajo y otros 90 millones de dólares para ayudar a las pequeñas empresas afganas. El PNUD afirmó que estas son las mejores medidas para solucionar la pobreza en este país surasiático.
Además de los países mencionados, la inanición amenaza a otros territorios del “mundo árabe”. En un informe recién publicado, la FAO informó que 420 millones de personas en el “mundo árabe” no tienen suficientes alimentos para comer y 69 millones estaban desnutridos en 2020. El número de personas desnutridas en esa región ha aumentado en un 91,1 por ciento durante las últimas dos décadas. Somalia y Yemen, dos países muy afectados por los conflictos, se encuentran en la misma situación cuando un 60 por ciento de somalíes y un 45 por ciento de yemeníes sufren desnutrición.
El gran problema para resolver el hambre en los países es el bajo crecimiento económico debido a la inestabilidad y la epidemia, mientras que la tasa de cobertura de la vacuna contra el Covid-19 entre la población es baja. El Banco Mundial pronostica que el crecimiento en América Latina y el Caribe será menor de lo esperado y solo alcanzará el 2,8 por ciento en 2022 y el 2,6 por ciento en 2023. Esta es una de las zonas más afectadas en el mundo por los impactos ocasionados por el Covid-19.
Los especialistas de la ONU consideran que las soluciones sostenibles para resolver la inanición en esos países es garantizar la estabilidad política, la reconstrucción económica, el aumento de inversiones en educación e infraestructura, así como la renovación del sistema de energía.
Sin embargo, para superar la “doble crisis” de la pandemia y la pobreza, la comunidad internacional debe aumentar la asistencia financiera, de alimentos y de vacunas contra el Covid-19. Si cientos de millones de personas en los países pobres del “mundo árabe”, América Latina y el Caribe se quedan atrás en la lucha contra la pandemia, el mundo enfrentará otras variantes más rápidas y peligrosas del virus SARS-CoV-2.