En la segunda Conferencia de Alto Nivel de las Naciones Unidas de jefes de organismos antiterroristas de los Estados miembros, efectuada a principios de esta semana, el secretario general adjunto de la ONU para la Lucha Contra el Terrorismo, Vladímir Voronkov, advirtió que las nuevas amenazas terroristas se están incrementando y los individuos involucrados se vuelven cada vez más “innovadores” frente a un mundo fuertemente golpeado por la pandemia de Covid-19.
La realidad ha mostrado que durante el año pasado, mientras todas las naciones se centraban en lidiar con la pandemia, la cuestión de combatir el terrorismo pasó a ser temporalmente sosegada. Aun así, los desafíos generados por el flagelo siempre han sido espinosos, incluso en los países desarrollados y poseedores de sistemas de seguridad avanzados.
La fiscalía alemana indicó que el reciente ataque con cuchillo de un inmigrante somalí en su territorio, que dejó tres muertes y siete heridos, fue un incidente “de aparente motivación de islamismo radical”. Entretanto, en Singapur, el Departamento de Seguridad Interna calificó de todavía alta la amenaza terrorista hacia esta nación insular, considerando que los grupos terroristas vienen ampliando su influencia en el ciberespacio en medio de la pandemia.
En los países que viven aún en conflicto, pobreza y hambre, las organizaciones terroristas no paran de desarrollarse y ocasionar graves amenazas. Funcionarios de la ONU informaron que el autoproclamado Estado Islámico ha recrudecido actividades en sus territorios clave, Afganistán y Siria, además de expandirse a África.
El presidente de la Comisión de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental notificó que desde 2020 esa región sufrió un total de 700 atentados terroristas, con dos mil víctimas fatales. Numerosos expertos se preocupan por que la agudización del hambre y la pobreza, seguidas de la inseguridad, a raíz del Covid-19 podría propiciar “terrenos fértiles” para la proliferación de organizaciones terroristas, sobre todo en los países económica y políticamente inestables.
El hecho de que los grupos terroristas se renueven para adaptarse cada vez más a estos tiempos de pandemia –evaluaron especialistas de la ONU– exige a los Gobiernos de todos los países y la comunidad internacional cooperar de modo más estrecho en las operaciones destinadas a contener y aniquilar el terrorismo.
Las políticas contra el uso del terror tanto en la actualidad como en el periodo pos-Covid-19 igualmente necesitan ajustes. Al respecto, debe prestarse una especial atención a la distribución equitativa de las vacunas, la recuperación de la economía, la erradicación del hambre y la pobreza, y una coordinación intensificada de tareas antiterroristas a nivel regional y global.