Expertos del Banco Rabobank (Países Bajos) opinan que las decrecientes actividades económicas en la Eurozona en los primeros meses del año cederán espacio a la recuperación en el segundo trimestre, ya que el impacto de la variante Ómicron del Covid-19 no es grave y los Gobiernos han aflojado gradualmente sus restricciones. Mientras, el Fondo Monetario Internacional (FMI) auguró un 3,9 por ciento de crecimiento del Producto Interno Bruto de la región en 2022.
Sin embargo, el aumento de la inflación, la escalada de los precios de la energía y las interrupciones en las cadenas de suministro global se están convirtiendo en elementos de inestabilidad a la economía europea.
El informe más reciente del FMI sobre la situación de este sector en el Viejo Continente deja traslucir preocupaciones porque las limitadas fuentes de suministro que frenaron el crecimiento en 2021 podrían prolongarse hasta 2023.
La institución financiera comentó que, sin las restricciones preventivas de la pandemia, la economía europea se habría expandido dos puntos porcentuales adicionales el año pasado, cifra equivalente al nivel de “un año de crecimiento medio” de numerosos países del continente en tiempos previos a la pandemia. En el caso particular de la Eurozona, la producción regional habría alcanzado un seis por ciento en ausencia de “los problemas de suministro”.
Especialistas del FMI subrayaron que las interrupciones de las fuentes de abastecimiento proseguirán ante la complejidad del Covid-19. La imposición por parte de Europa y China de nuevas medidas de restricción continuará obstaculizando el crecimiento económico del Viejo Continente este año.
La inflación se ha disparado en Europa como consecuencia del estancamiento de las cadenas de suministro, la escasez de materias primas y bienes y el alza del precio del petróleo. En la Eurozona, subió de repente a 5,1 por ciento en enero último, el nivel más alto desde 1997, y las presiones del fenómeno siguen agobiando los hombros de varias economías de la región.
El recién designado gobernador del Banco Federal Alemán advirtió que la tasa de inflación en su país excederá el cuatro por ciento en 2022. Mientras, en diciembre de 2021 ese indicador en Estonia llegó al 12,2 por ciento, su pico en las últimas dos décadas. La situación no es mejor en Lituania, donde el alza de los precios duplica al cinco por ciento del bloque.
Además de los Gobiernos, la mencionada “bola de inflación” ejerce presiones sobre el Banco Central Europeo (BCE), originalmente en proceso de endurecer las políticas monetarias y coordinar las macroeconómicas en función de la recuperación.
Según analistas, el BCE está entre la espada y la pared en su implementación de políticas para solventar los problemas y a la vez garantizar los intereses comunes de los miembros de la “gran familia de la Unión Europea (UE)”. Es una de las razones por la que su presidente declaró recientemente a la prensa que los integrantes del Consejo de Gobierno del BCE estudiarán con lupa los nuevos pronósticos de crecimiento e inflación de su entidad para marzo, antes de trazar próximas acciones.
Entretanto, los Estados miembros de la Unión planean delinean políticas financieras propias para refrenar la inflación. El ministro de Finanzas de Estonia informó que su Gobierno tiene en cuenta las medidas de enfriamiento de la inflación por vía del presupuesto. Su homólogo lituano recomendó debatir la inusual situación económica en las reuniones de la agrupación. Es difícil encontrar políticas adecuadas para todos, por ende, los países necesitan “aplicar aquellas a su alcance”.
La UE encara otros retos como la escasez de mano de obra y el deterioro de infraestructuras, que, comentaron expertos del FMI, podrían agravar las limitaciones en el suministro y la alcista tasa de inflación.
Tal realidad exige a los líderes del mecanismo continental resolver al mismo tiempo una serie de problemas, a saber, desatar los “nudos en las cadenas de suministro” impulsando el transporte y la logística, desplegar medidas fiscales flexibles para combatir la inflación y garantizar la armonía de intereses entre los países miembros, así como estimular la inmigración a fin de mitigar la escasez de trabajadores.