Avance en la transición verde

La transición verde es una tendencia inevitable en todas las grandes economías del mundo. Justo en los primeros días de 2023, se han puesto en marcha diversos proyectos y planes para el desarrollo de energías renovables y tecnologías revolucionarias.
Panorama de planta eólica marina Dan Tysk, a unos 90 kilómetros de la playa Esbjerg (Dinamarca). (Fotografía: Reuters)
Panorama de planta eólica marina Dan Tysk, a unos 90 kilómetros de la playa Esbjerg (Dinamarca). (Fotografía: Reuters)

Estados Unidos figura entre los países pioneros en la transición energética. Su enviado presidencial especial para el clima, John Kerry, describió los principios básicos para un plan de compensación de carbono de "alta integridad" a fin de apoyar la transición del cambio energético.

Por otra parte, los Fondos Bezos Earth y Rockefeller anunciaron el Plan Acelerador de Transición Energética en la 27 Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático con el objetivo de movilizar capital privado.

Estados Unidos también está coordinando con socios de Medio Oriente una serie de proyectos de energía limpia. Los Emiratos Árabes Unidos y el país norteamericano destinaron 20 mil millones de dólares a un proyecto de energía limpia y renovable en Estados Unidos con capacidad de 15 gigavatios (GW) hasta 2035.

Mientras, las naciones europeas se esfuerzan por liderar la transición verde. La Asamblea Nacional de Francia recién aprobó una ley para impulsar de las energías renovables. Actualmente el 19,3 por ciento de la energía que consume el país es de ese tipo y el Gobierno planea construir 50 centrales eólicas marinas para 2050, frente a la actual, que solo produce 40 gigavatios.

De acuerdo con la Asociación WindEurope, la producción eólica representa el 15,11 por ciento de la electricidad total producida en la Unión Europa (UE). Según analistas, el ritmo de generación eólica en Europa afecta al consumo y el precio futuro del gas que cayó 16 por ciento el 30 de diciembre de 2022, la primera caída por debajo de los 800 dólares por mil metros cúbicos desde el 16 de febrero del propio año.

Las grandes economías asiáticas también se esfuerzan por no quedar atrás en la carrera de la transición energética. China, la mayor economía de Asia, anunció recientemente un plan encaminado a mejorar su sistema de innovación tecnológica verde orientado al mercado.

El país perfeccionará dicho sistema hasta 2025 con el objetivo de que las innovaciones tecnológicas verdes apoyen efectivamente al desarrollo de una economía verde y de bajo empleo de carbono. El plan también hace hincapié en la meta de optimizar los métodos de evaluación de tecnologías verdes, aumentar el apoyo fiscal y financiero y proteger la propiedad intelectual relacionada con el desarrollo de tecnologías verdes, entre otras.

Entretanto, Indonesia está enfocada en invertir en vehículos eléctricos a fin de promover la transición verde. El ministro de Inversión y jefe del Comité Ejecutivo de Inversión, Bahil Lahadalia, dio a conocer que los grupos LG (Corea del Sur), CATL (China) y Britishvolt (Reino Unido) planean invertir en el ecosistema de vehículos eléctricos de la nación sudeste-asiática. Esas corporaciones manejarán precursores de cátodos y reciclarán.

El hecho de que los grandes países y corporaciones inicien una serie de proyectos de desarrollo de energía renovable y reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero se considera un hecho alentador para la transición verde global. Sin embargo, el capital mencionado parece insuficiente para la demanda actual. La Agencia Internacional de Energía (AIE) pronosticó que la inversión en energía limpia crecerá a más de dos billones de dólares hacia el 2030.

Por otro lado, el informe Perspectivas de Energía Mundial, publicado el año pasado por la AIE, auguró que “la inversión en energía renovable debe duplicarse a más de cuatro billones de dólares a fines de la década”, a fin de cumplir con el objetivo de cero emisiones netas en 2050.

En tal contexto, los proyectos de transición verde deben cobrar impulso para que el planeta prevenga las graves crisis de cambio climático en las próximas décadas.