Europa se enfrenta a un dilema difícil de resolver

Las nuevas políticas de la administración del presidente estadounidense, Donald Trump, están poniendo a Europa en un dilema.

Desde el riesgo de quedar al margen en la resolución del conflicto entre Rusia y Ucrania hasta el enfriamiento de las relaciones con Estados Unidos, sucesivos problemas han convencido a Europa de que es hora de desempeñar un papel más proactivo en la estructura de seguridad regional en lugar de depender del "paraguas de seguridad" de Washington, aunque ello no sea fácil.

El ambiente positivo en las recientes negociaciones entre EE. UU. y Rusia sobre la situación de Ucrania preocupa cada vez más a la Unión Europea (UE). Los ministros de Exteriores de EE. UU. y Rusia mantuvieron una llamada telefónica para discutir el conflicto en Ucrania, allanando el camino para las importantes conversaciones entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y su homólogo ruso, Vladímir Putin.

El escenario de que los países alcancen un compromiso sin la participación de la UE preocupa a Europa, porque la región tendrá que soportar el impacto de los resultados de la negociación. La posición y la voz del Viejo Continente se han visto seriamente debilitadas en un contexto geopolítico en constante cambio.

Debido a que su aliado de larga data, EE. UU., ha adoptado nuevos enfoques, la UE prioriza más que nunca la mejora de sus capacidades de defensa. Donald Trump ha declarado en repetidas ocasiones que Europa debe asumir más responsabilidades en materia de seguridad y ha planteado la cuestión de si EE. UU. debería mantener su papel central en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). La sombra de los aranceles y el principio de ojo por ojo también ensombrecen las relaciones entre los aliados.

La Comisión Europea (CE) anunció que impondrá aranceles a productos estadounidenses por valor de 26 mil millones de euros en respuesta a la decisión de EE. UU. de imponer un arancel del 25 por ciento a los productos de acero y aluminio de la UE. Recientemente, Trump reafirmó que no tiene intención de crear excepciones para estos productos.

La ambición de la UE de ser autónoma en materia de defensa y aumentar su influencia en la situación de Ucrania se enfrenta a una serie de dificultades, como problemas financieros y divisiones internas. La UE ha propuesto aumentar la ayuda militar a Ucrania hasta los 40 mil millones de euros en 2025, pero esta medida ha avivado aún más la controversia dentro del bloque.

El presidente de Hungría, Viktor Orbán, ha negado en repetidas ocasiones enviar armas a Ucrania y ha defendido que, en lugar de prolongar el conflicto, Europa debería apoyar las negociaciones de paz propuestas por Trump.

Para consolidar la capacidad de defensa, los dirigentes de la UE llegaron a un acuerdo sobre el plan de rearmar Europa con un presupuesto de 800 mil millones de euros. Francia e Italia también confirmaron pedidos de nuevos misiles de defensa aérea. Sin embargo, la implementación del plan no será fácil.

Los medios estadounidenses comentaron que, a largo plazo, los países europeos tendrán que recortar los programas de apoyo social para aumentar el gasto militar. Rebajar el gasto público en pensiones y atención de la salud es una tarea especialmente difícil, ya que Europa tiene la mayor proporción de personas mayores del mundo.

A pesar de apoyar el plan de rearme europeo, algunos miembros de la UE se muestran reticentes debido a la presión financiera, como Italia, que tiene una relación deuda pública/PIB del 137 por ciento en 2024. Además, según el periódico RIA Novosti, con la capacidad de producción actual, Europa tardará entre seis y siete años en alcanzar la producción de munición de EE. UU. de los últimos tres años.

El profundo cambio estratégico de EE. UU. está poniendo a la UE en una situación complicada. Una encuesta realizada por NBC News muestra que el nivel de satisfacción de los estadounidenses con el presidente Trump alcanza el 47 por ciento, la cifra más alta jamás alcanzada en sus dos mandatos.

Si Washington mantiene la política de anteponer sus intereses, Bruselas se verá obligada a encontrar su propio camino a pesar de los muchos desafíos, y a reubicar gradualmente su papel en un contexto mundial inestable e impredecible.